Novato II

25 4 0
                                    

Habían pasado un mes desde que había regresado a Nueva York con Oliver, y la situación en Estados Unidos parecía haber mejorado mucho, hasta el punto de que resultaba extraño. Gordon estaba planteándose la posibilidad de retirar el código rojo, pero aquella calma que parecía estar imponiéndose le resultaba extraña, igual que a James. Eran los únicos que pensaban así, al menos, dentro del consejo de aurores del MACUSA donde todos exceptuándolos a ellos querían retirar el código rojo de inmediato. Por suerte para Gordon, él, al ser el jefe del departamento, tenía la última palabra, y por suerte para James, Gordon era tan cabezota como él y tenía en cuenta su opinión, aunque eso supusiese no tener en cuenta la opinión de los otros nueve aurores que componían el consejo.

James ya se había acostumbrado al novato que, al contrario que otros de sus compañeros novatos, se había quedado en la oficina echando una mano. Era un buen chico, un novato, pero un buen chico, al fin y al cabo, y había descubierto que compartía muchas cosas con él, como las ganas de entrar en combate en lugar de estar allí encerrado. Ya había ido incluso con él a un ataque de mortífagos que parecían recién salidos del colegio, y la cara de emoción del novato cuando los arrestaron no tenía precio. Al verla, James no pudo evitar preguntarse si aquella era la cara que él tuvo en su primer combate contra magos oscuros.

El joven había estado tan emocionado que había escrito incluso el informe él solo, y después había rellenado algún que otro formulario para la entrada en prisión de aquellos magos. James, mientras tanto, había estado charlando con Rachel en su despacho.

Gordon, después de que la situación mejorase, le había pedido que regresase a la oficina, dejando a Oliver al cuidado de la abuela cuando ellos estaban ocupados. Y aquello les había sentado a ambos, sobre todo a Rachel, de maravilla: no discutían por nimiedades como antes, los dos estaban de muy buen humor todo el día, Rachel no estaba de los nervios y, lo más importante, Oliver parecía notar eso cada vez que estaba con ellos porque, excepto algún que otro lloro, todo el día se lo pasaba riendo y haciendo volar cosas por el aire.

Todo parecía ser perfecto, aunque James sentía que aquello era tan solo algo momentáneo. Era imposible que, de la noche a la mañana, los neomortífagos bajaran de aquella manera su actividad después de cómo habían estado actuando.

En aquel momento, como cada mañana, se encontraba en su despacho, con el novato, clasificando todo el papeleo acumulado, que no era poco precisamente, y eso que tenía a Sullivan allí para que lo ayudase.

—Jefe, ¿puedo hacerle una pregunta? —dijo el novato después de terminar de ordenar un cajón entero

—Ya la has hecho, pero vale.

El novato se limitó a emitir un suspiro de exasperación, demasiado acostumbrado ya a ese tipo de respuestas por parte de James.

—¿Por qué trabajas aquí en lugar de en Reino Unido?

Aquella pregunta consiguió llamar la atención de James lo suficiente para que parase de mirar los papeles que tenía entre las manos y mirase al novato. No se esperaba aquella pregunta.

—¿A qué viene esa pregunta?

—Curiosidad, simple curiosidad —se apresuró a contestar Frank—. Sé quién es tu padre, y también todo lo que hizo, y no logro entender porque estás aquí en lugar de allí.

Como no. Debía de haber pensado en eso en cuanto le dijo la pregunta. Muchos otros se la habían hecho antes que él, no era extraño que aquel chico también la hiciese. Lo extraño era que James la contestase, solo había unos pocos que habían tenido tal honor, y todos ellos eran gente en la que confiaba o gente a la que quería, como Rachel.

—Tengo mis razones —se limitó a contestar James, volviendo a centrar toda su atención en los papeles.

—¿Y me las puedes contar? Me gustaría saberlo.

Papá por sorpresaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin