1. Can't Forget You

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"Cuando alguien dice tu nombre quiero huir,
Sigo recordando que no puedo olvidarte."

Nueva York, Estados Unidos
06 de septiembre, 2018

Oliver

Mi cuerpo reposa en uno de los camastros alrededor de la piscina mientras los rayos del sol calientan mi piel.

Sky estuvo molestando todo el día en que la acompañara en la piscina para que ni siquiera esté aquí. Dijo que tardaría cinco minutos en ponerse un traje de baño y bueno, supongo que eso traducido al lenguaje de hombres, significa una jodida hora.

Me incorporo sobre el camastro dispuesto a buscarla, pero entonces la veo intentando ocultarse entre las plantas del jardín mientras corre hacia el portón que da a la calle.

Nada de esto parecería extraño si uno, mi prima de dieciocho años no estuviera escondiéndose para salir de casa y dos, si no llevara un pastel en las manos.

¿Para qué llevaría un pastel?

—Aquí tienes, Oliver —aparto la vista de la fugitiva y tomo el vaso de limonada que me ofrece Gina—. Por cierto, llamó Ronnie para avisar que no te olvides de ir al club de lectura más tarde.

Me da gracia la cara que hace Gina ante lo que acaba de decir.

—¿Qué pasa? —le pregunto conteniendo la risa.

—¿Club de lectura?

—A Ronnie le gusta leer —me encojo de hombros.

—Ajá —se cruza de brazos—. ¿Y tú a qué vas? Nunca has tocado un libro en tu vida.

—Apoyo moral —bebo un poco de la limonada—. No sabes cómo se pone cuando un libro le rompe el corazón.

—Ya entendí —alza las manos—. No quiero saber en qué andan ustedes dos.

—Gracias por la limonada —digo. Ella alza sus pulgares y comienza a volver sobre sus pasos—. Espera, no te vayas.

—¿Se te ofrece algo más?

—¿A dónde fue Sky?

Ella esboza una de sus sonrisas nerviosas.

—No dijo a dónde iba.

—¿Esperas que crea eso? —me quito los lentes de sol—. Ustedes dos son como gemelas siamesas. Claro que sabes a dónde fue.

—No me lo dijo —dice mirando al piso.

—¿Te han dicho que eres una pésima mentirosa? —ella se cubre el rostro con las manos—. ¿A dónde fue?

—Ella fue a... —se retuerce los dedos—. Fue a... —mira un punto a mis espaldas y comienza a retroceder—. ¡Le dije que no lo hiciera! ¡Yo no fui!

Se va corriendo por el jardín y entra a la casa por la puerta trasera.

Me quedo tan confundido con lo que acaba de pasar que ni siquiera noto cuando mi prima está de vuelta hasta que se lanza a la piscina salpicándome de agua.

—Ya vine —canturrea cuando emerge a la superficie.

—Y yo ya me voy.

—¿Por qué te vas? —se acerca a la orilla de la piscina y apoya sus antebrazos en el borde.

—Tengo cosas que hacer.

—¿En serio trabajarás en tu día de descanso?

—Quizás.

Chained to youWhere stories live. Discover now