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Frank

-Yo pensé que no te gustaban los hombres.

-No me gustan los hombres. Sólo me gustas tú. Tu si que sabes jugar.

Siento en mi boca los labios gruesos de Colton, me besa con fuerza, sus brazos me rodean para lanzarme a la cama. Instintivamente fijo mi mirada en la suya: frente a mí, con un cinturón doblado por la mitad, usándolo a modo de látigo

... Sé lo que quiere. Me doy vuelta, levanto mi trasero e inmediatamente siento el cuero del cinturón golpearme una y otra vez con fuerza. Una sensación de placer mezclada con dolor me recorren ahora.

Hace seis meses confesé mi amor a Colton y el me rechazó, pero no porque no le gustara (eso se lo dije a Felipe para dejarlo tranquilo, no necesitaba pensar en otras cosas) No puedo estar con las mujeres, les hago daño, y nunca me había fijado en un hombre, como lo hice contigo. Yo no entendía por qué decía eso sobre hacer daño... Ahora, después de múltiples encuentros lo comprendo; Colton es un sádico, de esos que le gusta el cuero y penetrar de diferentes maneras a su pareja.

Un tirón a mis pantalones me devuelve al presente, Colton muerde mis glúteos que están rojos y ardientes debido a los golpes, siento que pone un dildo en mi cavidad anal, está frío pero aún así mi cuerpo se calienta aún más. Nunca había sentido tanto placer siendo pasivo. El dildo golpea con fuerza mi trasero, se introduce de a poco, mis paredes se contraen y la excitación aumenta. A Colton le gusta que comience a temblar y a gemir.

-Así, grita con más fuerza- dice mientras pone otro juguete en mi ano- ¿Te gusta cómo lo abro? ¿Quieres más?

-Ah... Te quiero dentro.

-¿No quieres algo más?- dice.

Me doy vuelta con miedo y quito sus manos de mis piernas.

-No quiero fisting, sabes que no me gusta.

Colton sonríe y se acerca a mí cara lamiéndome y pellizcando mi cuerpo. Nunca pensé que a él le gustaran estas cosas... Nunca pensé que yo  aceptaría. Los voraces besos de Colton son adictivos, capaces de envolverme en una especie de trance, donde soy capaz de todo.

-Colton... Penétrame.

Mi amado abre sus grandes ojos azules, esos penetrantes zafiros que me enamoraron cuando lo vi por primera vez.

-Necesito una pequeña ayuda ahí abajo.

No me gusta hacer mamadas, pero debo reconocer que con Colton no puedo resistirme. Me acerco a su miembro y remojo mis labios con saliva, mi boca recorre el tronco y Colton gime de placer.

-Quiero atarte- me dice él con completa naturalidad mientras sigo lamiendo, sus dedos resbalan en mi entrada para tomar los dildos que, de un tirón, los retira de mi ano. Ahogo un grito e introduzco más su falo en mi boca- espera espera, quiero prepararte.

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Mis manos están atadas en mi espalda, las cuerdas atan también mis piernas para mantenerme permanentemente arrodillado. Mi vista está tapada con un antifaz de cuero, según Colton "para sentir más las cosas"... No entiendo por qué todo debe ser de cuero. Un dildo con forma de cola de perro sale de mi trasero que, al contraer las paredes de mi interior, hace que se mueva de un lado al otro.

-Abre la boca.

Al hacerlo siento el gran falo de Colton, mi lengua baja por el tronco para llegar a sus bolas, las introduzco en mí y las muerdo con delicadeza, las retiro despacio, succionando y moviendo la lengua dentro de mi boca.

Atrapado con el demonioWhere stories live. Discover now