Capítulo XX: El puente de un solo tronco

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Marzo 2020, Hengdian

Otro día de rodaje.

Yibo se dirigió distraídamente con su patineta al muelle de carga donde los trabajadores descargaban el equipo para el rodaje del día. Esperaba salir de su estado de ánimo patinando, y tal vez intentar algunos trucos en la rampa, pero pronto se sintió incómodo por el eco y el ruido que hacía su tabla en el espacio cavernoso, y por la forma en que algunas cabezas se levantaron al oír su aproximación.

—Lo siento. —murmuró a nadie en particular, y levantó su tabla entre las manos, retirándose a un lado para dejar que el zumbido de la actividad se reanudara a su alrededor.

Cuando Yibo dio un paso atrás para dejar de lado a un par de hombres con monos de trabajo que transportaban unos brazos de micrófono y unos soportes de iluminación muy voluminosos, su mirada se fijó en un único miembro del equipo que descargaba cajas de material de un camión aparcado. La sola visión de su alto y delgado cuerpo hizo que a Yibo le doliera el pecho.

De repente, lo único en lo que podía pensar Yibo (como si necesitara el recordatorio) era que había pasado un mes desde la última vez que vio a Xiao Zhan.

¿Cómo podía un mes ser a la vez demasiado largo y demasiado corto?

El tiempo que habían pasado juntos en la cuarentena también había sido un mes. Tiempo más que suficiente para acostumbrarse a despertarse al lado de Xiao Zhan, a disfrutar de mañanas perezosas en la cama sin estar en ningún sitio, a demorarse en las comidas caseras, a acurrucarse en el sofá para ver una película o simplemente para hablar.

Tiempo suficiente para sentirse completo.

Pero esos días idílicos llegaron a su fin demasiado rápido. Cuando por fin llegó esa última mañana, Yibo se encontró temiendo la siguiente, y la siguiente, y la siguiente después de esa, mañana tras mañana en la que se despertaría solo en un hotel lejano. Comer solo el triste servicio de habitaciones. Ver la televisión solo. Hacer todo y nada solo.

Yibo recordó cómo Xiao Zhan había bajado con él al aparcamiento aquel último día, hasta donde el personal le esperaba para llevarle al aeropuerto. Se habían quedado junto a la puerta abierta del coche, extrañándose ya el uno al otro y deseando que todo el mundo se fuera y les dejara un momento. Pero ya había pasado la hora de irse y había que coger un avión.

Xiao Zhan le había entregado a Yibo la bolsa que había preparado con una provisión del té verde que Yibo solía robarle, pasteles y galletas que Xiao Zhan había horneado frescos (más de los que Yibo podría comer) y una botella de Chanel Bleu. Una promesa. Nos vemos. Yibo había apretado la bolsa contra su pecho como la ofrenda de amor que sabía que era.

Luego alguien carraspeó.

Yibo había dejado la bolsa en el asiento del coche y rodeó a Xiao Zhan con los brazos, pasándole los dedos por el pelo e intentando memorizar la sensación de su cuerpo contra el suyo. Un último abrazo que tendría que durar quién sabía cuánto tiempo. Tal vez meses.

Decir adiós nunca es fácil, pero esa despedida le había parecido a Yibo como si lo partieran por la mitad. Se había sentido vacío y ligeramente perdido cuando llegó a Hengdian, especialmente esa primera noche de separación, así que cuando el día siguiente trajo una tormenta que sacó el mundo de Xiao Zhan de su eje, Yibo había querido ser fuerte para Xiao Zhan. Pero le costó.

De pie en aquel muelle de carga desolado y vacío, Yibo se dio cuenta de que había estado luchando durante semanas.

Echaba de menos a Xiao Zhan, echaba de menos su contacto. Las llamadas telefónicas y las video llamadas ya no eran suficientes.

Estamos Hechos para Amar [ YiZhan ]Where stories live. Discover now