Capítulo XIX: Familia

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Marzo de 2020, Chongqing

Xiao Zhan gimió. Lo último que quería al final de un largo día de viaje era que le dejaran en la casa equivocada. Porque ésta no era la casa de sus padres. En lugar de una casa con una modesta puerta de hierro forjado que daba al patio delantero, estaba ante una con un imponente muro de piedra y una pesada puerta de madera encajada en él.

—Un momento. —le dijo al taxista mientras buscaba un mapa en su teléfono. Pero entonces la puerta se abrió y salió una mujer. A ella se le iluminaron los ojos y se apresuró a acercarse.

— ¡ZhanZhan!

—Ma... —murmuró él. Tanteó el pomo de la puerta del coche y se esforzó por sacar su larguirucho cuerpo del estúpidamente pequeño taxi.

Riéndose de su propia torpeza, gritó:

— ¿Cómo sabías que estaba aquí?

Su madre pareció por un momento como si fuera a lanzar una de sus ruidosas y animadas historias, pero se detuvo y en su lugar hizo un gesto despectivo en dirección a la puerta por la que acababa de entrar. Xiao Zhan levantó la vista y vio una cámara de seguridad montada sobre ella. Sintió que sus entrañas se retorcían.

Por fin se puso en pie y atrajo a su madre para abrazarla, con el corazón dolorido al darse cuenta de lo pequeña que se sentía en sus brazos. Debería estar cuidando de ella ahora, pero en lugar de eso le estoy haciendo la vida más difícil.

Sus ojos volvieron a la pared y a la cámara de seguridad que parpadeaba silenciosamente.

—Mamá, ¿cuándo has...?

Aiyaaa, ZhanZhan-ah, vamos —dijo ella enérgicamente, dándole una palmadita en la espalda y haciendo un gesto al conductor para que descargara las maletas de Xiao Zhan—. Primero llevemos tus cosas dentro y luego podremos hablar. Tu padre estará en casa para la cena.

Xiao Zhan sonrió con cariño para sí mismo mientras su madre lo arreaba a través de la puerta, todavía preocupada por él.

—Debes estar muy cansado. ¿Has comido ya? Waahh, estás demasiado delgado...

Más allá del muro de piedra, el familiar patio delantero seguía allí, ordenado y tal como siempre lo recordaba. Mientras atravesaban la casa hasta llegar al calor de la cocina, la mirada de Xiao Zhan pasó por encima de las fotos enmarcadas, los pequeños recuerdos esparcidos por el lugar, los golpes en los muebles que había dejado cierto niño revoltoso, años atrás.

La familiaridad y la comodidad de todo ello lo invadieron, y pudo sentir cómo su cuerpo se liberaba de la tensión que había estado conteniendo (no podía decir por cuánto tiempo). Con un jadeo, las lágrimas surgieron en un instante.

Sintió la mano de su madre en el brazo.

— ¿ZhanZhan?

Xiao Zhan sacudió la cabeza, sollozando.

—Ma... lo siento mucho... lo siento mucho...

—Ahh, ¿por qué te disculpas?

Tomó un respiro estremecedor.

—Tú... no querías que me fuera y lo hice y ahora mira dónde estoy. Mira dónde estás, teniendo que esconderte detrás de un muro gigante. Es por mí, todo esto... te he traído tantos problemas. Lo... lo siento mucho...

—Tonterías—respondió ella, cálida y ligera—. Me gusta mi nueva pared -se ve bien y ahora tengo más privacidad para cuando hago mis ejercicios de tai chi por la mañana —se acercó a él para frotarle la espalda, sus ojos instándole silenciosamente a aceptar su explicación—. Ahora siéntate. Prepararé un poco de té.

Estamos Hechos para Amar [ YiZhan ]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon