XVI

3.4K 186 3
                                    

SERKAN


Era una tortura, me estaba torturando y lo peor es que soy masoquista así que no podía sacarle los ojos de encima.
No llevábamos ni 10 minutos en el restaurante y ella charlaba tranquilamente con mis amigos mientras yo no podía dejar de mirar cada uno de sus gestos, su rostro maquillado tan suave, su pelo que tanto me encantaba, y su vestido... dios ese vestido seria una tortura mucho mayor cuando estuviéramos solos en mi departamento y mi mente ya me engañaba poniendo imágenes que no quería ver justo ahora.

Habíamos acordado tomar algunos tragos, y no pedir la cena aún así que solo charlábamos... bueno ellos. Engin tenía una sonrisa demasiado grande, y Piril aunque disimulaba un poco también se la notaba cómoda e incluso tímida, que era una característica no propia de ella.
Estaba tan absorto en mis pensamientos que solo desperté cuando Eda puso su mano en mi pierna.

—Serkan estas muy callado. ¿Estas bien?— me pregunto inclinándose hacia a mi.

—Si estoy bien, solo estaba pensando— le dije tomando su mano.

—¿Creo que ya deberíamos encargar no?— sugirió Piril pero Seyfi no me había llamado aún por lo que mientras Eda y yo cruzamos miradas, Engin se puso a negar.

—Yo creo que aun es temprano, podríamos esperar unos minutos mas— dijo Engin.

Pero Eda ya había tomado su teléfono colocándolo debajo de la mesa, estaba escribiendo algo. Y unos segundos después mi teléfono empezó a sonar mostrando el número de Seyfi.

*** Llamada. ***
Señor Serkan,la señorita Eda me dijo que ya lo llamara.

—¿De verdad Seyfi? Estoy con Engin, Piril y Eda pero voy  ahora mismo para alla.

Corte la llamada enseguida y como si de verdad estuviera apurado me pare de mi asiento.

—¿Serkan que paso?— pregunto Piril mientras Eda se paraba con fingida preocupación tocando mi hombro.

—Mi mamá se puso mal, al parecer intento salir de la casa con ayuda de Seyfi— sabia que era horrible mentir al respecto pero si querían que mintiera lo haría con una razón que Piril creyera valida. 

—Ay le dije que yo la ayudaría, voy contigo— me dijo Eda siguiéndome el juego.

—¿Que pero se van ahora?— pregunto Engin.

—Por supuesto que tienen que ir, vayan tranquilos. La verdad nosotros también tendríamos que irnos— dijo Piril queriendo levantarse pero Eda lo evito.

—No, no ustedes quédense de verdad, la señora Aydan estará bien. No vamos a arruinar la noche para los 4, ustedes disfruten— le dijo Eda.

—Esta bien pero avísennos como les va, si— dice Engin con fingida preocupación. 

—Por supuesto, disfruten— les dije ayudando a Eda a ponerse su abrigo otra vez.


Le ofrecí mi brazo para que se apoyase, y así lo hizo, y juntos salimos del restaurante y subimos a mi auto.

—Le enviaste un mensaje a Seyfi— le dije asegurando.

—Pues si, Seyfi siempre es muy eficiente a los segundos ya te estaba llamando— me dijo encogiéndose de hombros.

—El no hizo nada más que la llamada, fue mi actuación la que se ganó todo— le conteste mientras ella ponía en blanco los ojos.

—Supongo que estuvo bien— dijo para que después cayéramos en un silencio cómodo, correcto.

Llegamos a mi departamento y la ayude a sacarse una vez más ese abrigo, y mis ojos me traicionaron escaneándola mientras ella iba a saludar a Sirius que se encontraba más que feliz de ver otra vez a su mamá.
Era como si ella no se diera cuenta de lo hermosa que estaba, era un ángel demasiado sexy para mi salud y para mi mente que quería mantenerse por el momento inocente pero estaba perdiendo la batalla.

—Y... que vamos a comer— pregunto dirigiéndome ahora una mirada a mi.

—En realidad y aunque no lo creas... tenía pensado hacer pizza aunque podemos hacer papas fritas también— dije mirando su cara de sorpresa.

—¿Y cuantos días dejaras de comer o cuanto ejercicio harás para bajar todas esas calorías?— me pregunto burlonamente.

—Un día, solo este día comeré todas esas cosas que te gustan. No pasará nada por eso creo— le dije haciendo que sonría.

—Esta bien, si puedes soportarlo Serkan Bolat— me animo.

—Bien, empecemos— le dije sacándome el saco y empezando a arremangar mi camisa, notando su mirada en mi. Conocía esa mirada y no me ayudaba en nada de hecho, así que suspirando pase por su lado para dirigirme a la cocina.

—Te ayudo— me dijo mientras se quitaba los tacos y andaba descalza. Por suerte el departamento estaba cálido, así que no había problema de que anduviera así, se arremango un poco las mangas de su vestido. 

Empezamos a sacar todo lo que necesitaríamos, ella se concentraba cocinando, tan concentrada que ni me miraba así que cuando ya teníamos la masa preparada tome un poco de harina y se la tire apuntando a su cara pero obvio que también cayó sobre el vestido.

—¡SERKAN!— grito y yo no pude contener mi carcajada, pero en cuanto me entretuve ella ya me había devuelto el ataque a mi. —Esta bien, esta bien ya basta— me pidio queriendo cubrirse. Pero no estaba molesta, sonreía. —Mira como me dejaste, ahora vas a tener que darme tu ropa— me dijo haciendo pucheros y yo empecé a desabotonarme la camisa. —¿Que haces?— me pregunto con cara de susto.

—Querías que te diera mi ropa— le dije con una sonrisa de lo mas inocente. 

—¡NO ESA!! sabes a lo que me refiero— dijo pegándome con el repasador.

—Esta bien, deja que yo termine de preparar esto, tu ve y límpiate y cámbiate— le digo.  

—Gracias— me dijo mientras empezaba a subir las escaleras.

Deje la pizza en el horno y empecé a preparar las papas para Eda.

—Parece que me toca preparar la mesa— escuche su voz y me gire a verla, bajaba contenta con uno de mis pantalones puestos, uno de mis buzos y un par de medias y su rostro hermosamente limpio.

—¿Me queda mejor que a ti?— me pregunto coqueta.

—Eso es obvio— le conteste y ella solo empezó a sacar los platos y un par de copas.

Tenerla aquí, en mi departamento me daba lo que estaba buscando y sabía que solo ella podía darme. Un calor de hogar, verla así en mi ropa, acomodando las cosas para después ir a acariciar un momento a Sirius me daba una paz, el sentir su aroma me daba tranquilidad.

Ella era mi hogar.





















.

𝓝𝓸 𝓹𝓾𝓮𝓭𝓸 𝓸𝓵𝓿𝓲𝓭𝓪𝓻𝓽𝓮Where stories live. Discover now