[Capítulo 8]

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MINA

—¿Estás bien? 

En cuanto levanto el rostro, me topo con la sonrisa amable de una joven de mi edad. Limpio las lágrimas de mi mejilla y me quedo en silencio. Entonces ella suspira y se acerca un poco más.

—Soy Silvia —extiende una mano y yo la tomo con una media sonrisa.

—Romina —digo, bajito.

—Mucho gusto —me sonríe—. Es un día gris, ¿verdad?

Asiento.

—¿Viajas sola? 

—Sí, mi padre me espera en... —no sé qué decir—. Me espera para ir a casa.

—Yo también regreso a casa —avanza unos pasos en la fila y continúa hablando—. Trabajo y estudio en Dess Moines, pero vivo en Wisconsin. Es la primera vez en todo el semestre que puedo regresar con mi familia. Han sido días difíciles en la universidad —se acuerda de algo y parece estremecerse—. Lo digo por el tema de las materias y todo eso. No puedo esperar para tomarme un largo descanso.  

No digo nada. 

No es que no agrade la chica, solo es que el escucharla hablar de su familia, me hace sentir más miserable.

—Perdona que hable como una cotorra, es que se me hace pesada la idea de viajar sola y sin poder hablar con nadie y creo que tú eres la única en la fila, además de mí, que luce como para entablar una conversación por todo el camino.

Miro al frente. Solo hay adultos mayores y una señora con sus dos hijas.

Regreso mi atención a ella y digo:

—No te preocupes. También me gustaría alguien con quien charlar.

—Genial ¿Y tú que viniste a hacer aquí? 

Fui secuestrada por un mes. Un tipo joven al cual desconozco por completo me rescató, me trajo hasta aquí y fue engañado por mi padre, a quien no reconozco y del cual no tengo en claro sus verdaderas intenciones. 

—Vine de paseo —miento.

—Vale, bonito lugar escogiste para pasar las vacaciones —dice, con sarcasmo—. No es que no me guste el pueblo, pero no lo sé. No es ni mi tipo de clima, ni ambiente favorito. 

—El mío tampoco.

Ella sonríe y luego mira tras de mí, curiosa. Una sonrisa a medias empieza a formarse en sus labios.

—Y... ¿Conoces al chico atractivo que nos está mirando desde su auto? 

Paso saliva y no giro.

—¿Cómo es?

—¿Cómo es? —se muerde los labios —. Pues cabello un poco claro, piel trigueña y... si no me equivoco tienes ojos claros. Podrían ser grises o quizás verdes. Uhmm —inclina la cabeza a un lado—. Quizás tenga unos veinticinco años o más, pero menos de treinta definitivamente.

—Son verdes —corrijo y luego me silencio.

—Entonces sí que lo conoces.

—Solo vino a acompañarme a la estación.

—¿Es tu novio? 

—No —respondo de inmediato—. Es un amigo de mi padre.

—Vaya amigos los de tu padre, eh —sonríe—. En Wisconsin no hay de esos —empieza a reír de forma pícara y yo me empiezo a incomodar por sus repentinas reacciones. 

Quizás en otra circunstancia habría hecho una broma de su comentario, pero ellos se habían encargado de quitarme cualquier rastro de gracia en mí. No veía la vida de la misma manera desde hace un mes. Y la idea de que alguien me gustara o me resultara atractivo, me parecía hasta vomitiva. 

—¿Crees  que podríamos sentarnos juntas? No quiero viajar sola, de hecho, es la primera vez que lo hago —le pido.

—Eso mismo estaba pensando yo, es por eso que te hablé —avanza un poco más y pregunta—. ¿A qué pueblo te diriges tú?

—También a Wisconsin —miento.

—Increíble —dice ella—. El pueblo es pequeño, pero te encantará. Quizás hasta un día pueda invitarte a mi casa.

Me sorprende la confianza que tiene Silvia en las personas desconocidas. Me recuerda a mi antigua yo, la sociable y graciosa, así que por un momento toda la buena vibra que empezaba a recibir mi cuerpo, se ve opacada y aplastada nuevamente por los recuerdos de aquellos días de mierda. Tengo que sonreír un poco para no verme tentada a llorar.

—Quizás sea buena idea —murmuro.

—Oh, claro que sí. Verás, tengo una familia enorme. Mi hermano mayor y dos pequeñas de seis y dos años. Además de eso papá...  —. Silvia no logra terminar su frase porque  oímos unos gritos y luego el sonido agudo de una bala. Un sonido que reconozco y me hace temblar al instante. Lo he oído muchas veces en la habitación y en los pasillos de la casa en donde me tenían secuestrada. Me cubro los oídos y alguien hala de mí hasta que caigo de rodillas, estas me arden cuando chocan contra la tierra y suelto un gemidor de dolor. 

— ¡Mierda un asalto! ¡Recuéstate en el piso!—me exige Silvia y yo, completamente aturdida, le hago caso a su orden, cubriéndome la cabeza con mis manos.

Mi corazón empieza a galopar fuerte y descontrolado tanto que me duele el pecho. Escucho gritos y luego llanto. Aprieto los ojos hasta que escucho algo que pareciera explotar a mi lado. Un sonido que casi puedo sentirlo sobre mi piel quemando y desgarrando. Ardiendo en mi interior y generándome solo imágenes negras frente a mis ojos. Pego mi mejilla sobre la tierra medio húmeda y cierro los ojos, sin saber en lo siguiente que pasará.

Iba a perder la conciencia muy pronto, de eso estaba segura.


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Capítulo mini porque el siguiente debe seguir narrando MAX. 

 Gracias a las personitas que leen por aquí. 

No sé qué contar mucho por aquí porque todavía no agarro mucha confianza. 

Cada historia es como una casa nueva para mí, así que poco a poco mis notas de autor serán sueltas xD. 

Os amodoro.

Blessings.

Instagram: Valeriaarmasm



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