[Capítulo 6]

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MINA

Parece una buena persona o, al menos, eso demuestra. Aún no confío en él, pero debo hacerlo. Las opciones son un privilegio que no tengo. Mi única es salida es él. Y yo la suya. 

No debo escuchar tras las puertas, pero lo he hecho. Necesitaba saber de qué hablaban. Si planeaban algo contra mí o si estaban de acuerdo que llevarme a casa sería la mejor idea. 

Tomo el celular de su chaqueta, justo como él me ha indicado. Lo sostengo entre mis manos y estas tiemblan. En realidad, todo mi cuerpo lo hace. Lo que siento ahora mismo en indescriptible. Tengo el medio para hablar con mi familia. Lo tengo en mis manos. Por fin voy a poder hablar con ellos, escuchar su voz y decirles que estoy aquí. Que no me he marchado. Que el infierno fue duro, pero logré sobrevivir. Aún lo hago. 

La decisión de marcar el número correcto no es fácil.  Tengo en mente a muchas personas ahora mismo. Mis padres, Evan y mis amigas. Escojo a mi padre porque es quien debe estar al tanto de todo.  Él y mamá deben estar destrozados. Deshechos al no saber de mí y de mi paradero. Estoy segura de que no han parado de buscarme y que ahora debe estar junto al móvil esperando una llamada. 

Mis dedos temblorosos digitan el número de papá y me llevo el móvil cerca a mi oído. La señal aquí no es tan buena, sin embargo logro tener conexión. Escucho el primer timbrazo y mi corazón se dispara, el segundo acaba con mi aliento y, el tercero, me corta la respiración. 

El buzón me llega en poco tiempo.

Una lágrima cae sobre la pantalla. Empiezo a angustiarme, a llenarme de ansiedad y desesperación. ¿Por qué no contesta? ¿Ha pasado algo malo? 

Vuelvo a llamar. 

Papá contesta al tercer timbrazo.

Tiemblo. 

La pesadilla parece estar acabando. 

—¿Bueno?

Abro los labios y los cierro. ¿Qué pasa? No puedo hablar. Mi corazón desbocado no me lo permite. 

—¿Bueno? ¿Quién habla?

Sigo sin responder. 

—¿Romina? ¿Eres tú?

—Papá —logro articular—. Estoy aquí. 

Escucho un pequeño silencio en la otra línea que hace que mi corazón caiga hasta mis pies. Me esperaba todo, menos esto. De hecho, imaginaba que papá iba a gritar de emoción, que, a los pocos segundos, le pasaría el móvil a mi madre, que gritaríamos junto de la emoción y que entre lágrimas nos diríamos cuántos nos habíamos extrañado. Sin embargo, está ocurriendo todo lo contrario. Solo hay silencio y uno muy incómodo. Como si llamada no fuera lo que más esperado esta noche.

—¿Papá?

—Romina... —su voz se oye con sorpresa, pero también con miedo —. ¿Estás bien? ¿Dónde estás?

—Estoy... —no me atrevo a decir que estoy en el departamento de un par de desconocidos. Por alguna razón, quiero proteger su identidad, sobre  todo la de él —... Estoy viva.

—Dime donde estás, por favor —exige papá.

Trago saliva.

—Estoy en... —dudo en decirlo—. Estoy con un hombre, él...

—¿Un hombre? ¿Quién? Dímelo —exige.

—Un hombre que me ayudó a escapar. No sé su nombre, yo... solo quiero...

FRAGMENTOSWhere stories live. Discover now