IV

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Apenas llegaron al vehículo, Sam ya estaba presionando a Sharon para comenzar a investigar el destino de los traficantes y para idear un nuevo plan lo más pronto posible. Él estaba frustrado, no solo por el hecho de que su primera misión como Capitán América, o al menos el primer intento de esta, había salido terriblemente mal, sino porque sabía que, de no haber sido por Bucky, el ya estaría hecho cenizas. Claramente estaba agradecido, pero era consciente de que esa clase de sentimientos podrían resultar contraproducentes, si bien aún se negaba a aceptar lo que sentía por Bucky, estaba completamente seguro de que, si lo que sea que tuvieran crecía o se fortalecía, las decisiones difíciles las tomarían de forma emocional, cuando este trabajo requería mucha racionalidad. Su conciencia lo atormentaba, no quería alejarse de Bucky, lo necesitaba tanto como al aire y estaban tan apegados que era imposible imaginarse una vida sin el otro, pero tampoco quería que sus decisiones emocionales pudieran llegar a dañarlo, o incluso a terceros. Se sentía entre la espada y la pared, y por esto, intentaba enfocarse en cualquier otra cosa que no estuviera relacionada, por ejemplo, molestar a Sharon para que empezaran con el nuevo plan. Ante la presión de Sam, ella prometió hacer lo mejor que pudiera cuando llegaran el hotel, pero tampoco podía hacer magia, así que el capitán debía resignarse a esperar.

El camino de regreso les pareció mucho más largo que el de ida, a Sam se le notaba la preocupación en el rostro y Bucky pudo notarlo sin mucho esfuerzo, en consecuencia, los malos pensamientos tampoco tardaron en llegar a él. Desde el inicio tenía un mal presentimiento, y ahora, la culpa y las sospechas lo abrumaban más que en un inicio, por lo que todo el viaje se la pasó callado y a la expectativa.

Ya en la habitación, Sam quiso ayudar a Sharon, pero esta sugirió algo antes de que Sam pudiera hablar.

—Veré que puedo averiguar— dijo la rubia empezando a marcar números en su dispositivo—. ¿Por qué no consiguen algo de comer?

—Claro— dijo Sam agarrando el teléfono del cuarto—, llamaré al servicio a habitación.

Tomó el teléfono y esperó un rato, hasta que se dio cuenta que este no estaba funcionando, probablemente era porque estaban arreglando el sistema, que había sufrido complicaciones en la mañana.

—No esta funcionando— dijo sin darle mucha importancia y dirigiéndose con prisa al pequeño escritorio que se habían improvisado el día anterior para realizar sus investigaciones—. Comencemos por averiguar la ruta por la que huyeron— mencionó tomando el dispositivo de su traje, estaba totalmente acelerado y todos pudieron notarlo.

—Necesitas calmarte— comentó Sharon con su celular al oído, esperando respuesta de una llamada—, consigan algo de comer en el restaurante del hotel.

—¡¿Cómo quieres que este calmado!?— gritó Sam volteándose hacia ella—. Deje escapar a unos criminales con armas que poseen el poder para derrumbar este edificio en segundos, dime, ¿de verdad puedo estar tranquilo?

—No fue tu culpa— mencionó Bucky dando unos pasos hacia Sam con intención de calmarlo.

—Cierto, tal vez no lo fue— contestó con una voz sarcástica—, tal vez fue tuya, como siempre lo es— gritó para después darse cuenta de lo que había dicho, cambiando el ceño fruncido de su cara por una expresión de arrepentimiento.

Hubo silencio por unos segundos, Sam miraba a Bucky arrepentido de las palabras que habían salido de su boca, este lo miró un poco impactado, para después mostrar un rostro sin expresión alguna, sin emociones. Bucky no quiso discutir, eso le indicó a Sam que sus palabras habían tocado un punto débil en él, su oscuro pasado y los problemas que había provocado entre Los Vengadores. Bucky había logrado seguir adelante, superar poco a poco sus demonios internos, pero la culpa nunca se iría por completo, sería algo que lo acompañaría el resto de su vida y que tardaría en sanar, la herida no estaba por completo cerrada, y Sam había echado una pizca de sal en ella.

Hasta El Final De Los Tiempos [Sambucky]Where stories live. Discover now