Capítulo |5|

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El tiempo pasó y pronto Dahyun mejoró y su casa estaba casi terminada. Sana estaba encantada con la renovada energía de Dahyun, y dusfrutaban muchas horas pasando el rato en la sala de estar, hablando de lo que a Chaeyoung le sonaba como puro azúcar.

Por la noche, Dahyun se acurrucaba bajo las mantas en la habitación de Chaeyoung soltando suspiros de amor, mucho más expresivos ahora que Sana ya no estaba ahí.

—Oh Chaeng...—Dijo Dahyun, quedándose en silencio por un momento. Chaeyoung no dijo nada, pero sonrió alentadoramente—. Creo que me estoy enamorando de ella.

—Por supuesto, Dubu, tengo ojos, sabes. Y sé que ella debe sentir lo mismo.

Dahyun empujó juguetonamente a su hermana.

—¿De verdad crees que ella siente lo mismo? —preguntó esperanzada.

—Por favor —comenzó Chaeyoung—. Ella está constantemente tratando de darte pequeños besos en las mejillas, y se la pasa mirándote. Me siento obscena cuando estoy sentada en la misma habitación que ustedes dos —Dahyun se rió y Chaeyoung se unió a su hermana, riendo mientras se acurrucaban en la cama.

Después de un rato, la respiración de Dahyun se estabilizó cayendo en un sueño profundo y acogedor. Chaeyoung la miró fijamente durante un rato, luego volvió su atención al techo. No estaba segura de que la mantenía despierta. Tal vez fue la falta de familiaridad con toda la situación, o lo ridículamente cliché que era para ella y su hermana ser las invitadas de honor de tres japonesas adineradas en su gigantesca mansión.

Una pequeña voz en su cabeza insinuó que podría ser cierta persona que parecía inclinada a mirarla cada vez que podía. Myoui Mina.

Chaeyoung reflexionó sobre ella en su mente de nuevo, pensando en el ceño de Mina y en cómo sus ojos parecían que nunca la dejarían si estaban en la misma habitación. Varias veces, se había detenido en privado para olerse a sí misma solo para comprobar si estaba emitiendo algún tipo de olor horrible para que Mina se viera tan malditamente incomoda todo el tiempo, pero era solo su loción corporal de fresa normal.

Realmente no podía entender por qué Mina la odiaba tanto, pero lo que realmente la molestaba era cuánto le inquietaba su desaprobación. ¿Por qué importaba su estúpida opinión de todos modos? Chaeyoung resopló para sí misma, levantándose lentamente de la cama. Dahyun apenas se movió a su lado, tarareando suavemente para sí misma.

Chaeyoung caminó de puntillas por el pasillo, con cuidado de cerrar la puerta suavemente detrás de ella. Bajando las escaleras, decidió dirigirse a la cocina y tomar un vaso de agua. La casa estaba silenciosa en comparación con el ajetreo y el bullicio habitual de las chicas parloteando y el movimiento animado de Momo. Los únicos sonidos que podía escuchar eran el aire acondicionado funcionando a un ruido bajo, las tablas del piso crujientes bajo sus pies y... una especie de pitido de fondo proveniente de la sala de estar.

Intrigada, pero también cautelosa, Chaeyoung caminó suavemente hacia la sala de estar. Justo antes de doblar la esquina, pudo ver una luz azul iluminando los muebles de la sala. Chaeyoung exhaló un suspiro de alivio; parecía que alguien estaba despierta hasta tarde viendo la televisión. Acercándose, escuchó murmullos y se dio cuenta de que no estaban viendo la televisión, sino jugando un videojuego con el volumen muy bajo.

Chaeyoung sonrió, recordando la conversación que tuvo con Sana sobre videojuegos a principios de esa semana y cómo la mayor mencionó que era una debilidad suya. Lista para burlarse de ella, Chaeyoung dobló la esquina.

Ella parpadeó. Y parpadeó de nuevo, frotándose los ojos para asegurarse de que no estaba alucinando.

No era Sana, ni Momo quien se encontraba jugando videojuegos a la 1 de la madrugada, sino que era Mina, murmurando maldiciones susurradas en la pantalla grande frente a ella mientras charlaba con quien debía ser alguna persona que jugaba en línea con ella. Llevaba un auricular sujetado sobre el cabello y una manta enorme sobre los hombros.

Like a red, red rose thorn {Michaeng Traducción}Where stories live. Discover now