Capítulo 48: Duermes como una marmota

236 32 6
                                    

Son pasadas las seis de la mañana cuando volvemos a pisar suelo de la manada. Aunque tengo sueño, no quiero quedarme dormida, cada vez que cierro los ojos las imágenes de anoche se repiten una y otra vez y no me permiten conciliar el sueño.

Abby no ha dejado de abrazarme, pero sé que lo hace más por mí que por ella. Ella está acostumbrada a estas situaciones, yo no. Tyler va conduciendo y junto a él va el tío Dexter. Detrás de nosotros hay una caravana de autos con todas las personas que fueron con Abby y Tyler a buscarme. Por suerte para mí y mi paz mental, no hubieron fallecidos de nuestra parte.

—¿A dónde vamos? ¿No iremos a casa? —pregunto con el ceño fruncido cuando veo que Tyler toma una ruta diferente.

—Iremos al hospital.

—¿A qué? Ya te dije que Saint no me hizo nada, no me tocó ni un pelo.

—Sí, bueno... Igual iremos a que alguien te revise y se asegure de borrar cada rastro de ti en él —dice con un tono que no deja nada a discusión y yo suelto un bufido.

—¿Cómo haces para estar casada con él? Es un completo idiota —me quejo mirando a Abby y esta se encoge de hombros.

—A veces es difícil, pero te acostumbras.

Tyler la fulmina con la mirada por el espejo retrovisor y Abby sonríe de lado. Miro al tío Dexter, quien no deja de ver al frente, siempre ha sido un hombre de pocas palabras, pero no puedo evitar pensar que está decepcionado. No es como si leer sus facciones fuese fácil.

Cuando llegamos al hospital, un par de enfermeras ya nos esperan afuera junto a una silla de ruedas. Ruedo los ojos ante tanto protocolo pero igual dejo que hagan su trabajo porque estoy bastante cansada.

Me ordenan deshacerme del vestido sucio, rasgado y ensangrentado, al igual que de los lentes de contacto. Me toman muestras de sangre y luego me colocan una vía para hidratarme, ahora que lo pienso, hace casi veinticuatro horas que no ingiero ninguna clase de alimento. Cuando los fluidos hacen efecto y estoy más espabilada, una doctora bastante dulce viene a hacerme preguntas y solo bajo mi autorización, procede a hacerme un examen físico completo. Lo hago más por Tyler que por mí, sé que de otra manera pensaría en las mil y un cosas que Saint pudo haberme hecho.

—Te administraré analgésicos para que puedas dormir un poco mientras están los resultados, ¿de acuerdo?

Asiento hacia la doctora y esta me sonríe con cariño, como si me conociera de toda la vida y administra los medicamentos que pronto me hacen dormir como un bebé.



No sé cuánto tiempo duermo, pero sé que sigo en el hospital cuando abro los ojos y la luz me encandila, haciendo que los cierre otra vez.

—Hola, cariño...

La voz de la tía Cynthia me reconforta y abro mis ojos de nuevo, ya más acostumbrados a la luz.

—¿Cómo te encuentras?

Me sonríe y peina mi cabello con sus dedos. Sonrío un poco ante ese acto tan maternal.

—Perfectamente —digo para tranquilizarla. Es cierto que estoy bien, físicamente hablando, mi mente ya es otro cuento—. Dime, por favor, que no le dijeron nada a mamá.

—No lo hicimos —dice, sentándose en el borde de la cama y tomando mi mano entre las suyas—. Quisimos que se lo dijeras tu misma.

—Creo que es mejor obviar este par de días en las historias sobre este alocado verano —digo divertido y mi tía Cynthia asiente riendo.

—Lo que hiciste fue muy estúpido, ¿lo sabes, no? —asiento, suspirando—. Eso no quita lo honorable que fue y lo orgullosa que estoy de ti. Damon también lo estaría.

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora