Capítulo 38: Eso sí que no me lo esperaba

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Los siguientes días no son mejores, no tengo nada de energía, apenas y consigo concentrarme y entre las para nada oportunas visitas de George siento que tanto mi salud física como mental se deterioran con facilidad. Tengo que convencer a Josh de que pesque algún virus y que en unos días estaré bien.

La tía Cynthia se ha preocupado tanto que hasta ha querido llevarme al hospital de la manada, pero solo hay una cura para mi estado: necesito transformarme.

Josh casi no se ha movido de mi lado más que para dejarme dormir (lo que he hecho mucho).

Para el sábado abro los ojos y por primera vez en días me siento un poco mejor. Estas largas jornadas de sueño me han ayudado a reponer el cansancio de mi cuerpo de los días pasados. Miro el reloj sobre la mesa de noche y no son más de las nueve.

Decido levantarme de la cama e ir al baño. Cuando mi rostro se refleja en el espejo casi caigo al suelo, tengo enormes ojeras debajo de mis ojos y mi piel está pálida. Hasta mi cabello ha perdido color. Ya veo porque la tía Cynthia insistió tanto en llevarme al hospital. Hago mis necesidades y lavo con agua y jabón mi rostro, así como también peino un poco mi cabello y lo recojo en un rodete sobre mi cabeza. Atribuyo mi reciente buen humor a la proximidad de la luna llena, a mo naturaleza reclamando su poder sobre mí.

Escucho la puerta de mi habitación abrirse y Josh sonríe al verme fuera de la cama. En sus manos trae una bandeja con un par de sándwiches que huelen especialmente bien el día de hoy y jugo de naranja. Junto a ellos hay una tarjeta y una margarita. Sonrío ante el detalle y me acerco a él para besar su mejilla.

—Gracias por preocuparte por mí.

—Eso es lo que se hace cuando amas a otra persona, ¿no? —dice y asiento sonriendo—. Come un poco, tal vez hoy te siente mejor.

Me dejo caer en la cama y mi novio deja la bandeja frente a mí y lo primero que tomo es la tarjeta rosa con un lazo en el frente.

—¿Me hiciste una tarjeta? —sonrío deshaciendo el lazo y la abro.

—En realidad, eso llegó en el correo para ti. A tus tíos les llegó una igual.

Frunzo el ceño y leo la letra cursiva de la carta. Dos nombres resaltan en brillantina plateada: Kat y Candice. Es una invitación para dos personas a la fiesta de cumpleaños de las gemelas. Un mal presentimiento se instala en la boca de mi estómago pero lo ignoro, tomando el vaso de jugo de naranja para beber un poco.

—Es una invitación a una fiesta esta noche —digo restándole importancia aunque por dentro no puedo dejar de pensar en distintos escenarios, hace una semana me odiaban ¿ahora qué cambió?

Me siento en la gloria cuando llevo uno de los sándwiches de queso fundido a mi boca. Es lo primero que he conseguido comer en unos dos días sin correr directamente al baño a vomitar todo.

—¿Quieres ir? —Me pregunta Josh atento a mi respuesta a la ingesta de alimentos—. Aún tienes que descansar un par de días, nena.

Su genuina preocupación por mí me hace pensar en mi respuesta, decirle que sería lindo pasar la noche en cama viendo películas y toquetearnos todo lo que el oído sobrenatural de mi tío nos permita. Pero soy una máquina de cometer errores y desastres uno detrás de otro, por lo que antes de que mi cerebro tome la decisión, ya mis labios se están moviendo.

—Estoy bien, vayamos —sonrío—. Nos vendrá bien divertirnos un poco antes de volver a California.

—No creo que eso sea una buena idea… —A mí tampoco, cariño, a mí tampoco. Pero es la única forma de poder escaparme para transformarme al menos unos minutos para eliminar todos los estragos de mi cuerpo—. Aún no estas repuesta del todo.

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα