Capítulo 1

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—El señor Smith vendrá enseguida —avisa la secretaria educadamente, al mismo tiempo que me da un vaso de agua.

Solo atino ha asentir avergonzada, y sin llegar a beber de él, dejo el vaso en la mesa. Este es el sexto vaso que me da el día de hoy.

Estoy esperando para mi entrevista de trabajo. Llevo en la sala de espera desde que el reloj de la pared marcaba las doce de la mañana, y ahora son las tres. No sé que hago aún aquí, se suponía que mi entrevista era a las doce y cuarto.

¿Qué he estado haciendo mientras esperaba al sujeto que sería mi jefe? Pues fácil. Estamos en pleno siglo veintiuno, en el siglo de la tecnología y mi móvil me ha ayudado a despejarme y a que la espera no fuera tan aburrida, pero hace menos de media hora que mi móvil puso que le quedaba menos del veinte por ciento de batería, así que lo guarde. Y ahora solo pienso en él hambre que tengo.

Fijo mi vista en la secretaria, tendrá como sesenta años, se nota que está intentando que una risita no se le escape de los labios,  y se marcha con paso lento.

Debo ser la única tonta o idiota que espera tanto al dichoso señor Smith. No sé si eso dice algo bueno de mi, como que soy perseverante, o algo malo... Como que estoy desesperada por conseguir un trabajo, aunque ese sea el caso.

Miro a mí alrededor. Todo es tan grande, tan lujoso, tan... ¿Gris? Y solo es la sala de espera, no me quiero imaginar lo que es el despacho.

Muevo mi pierna inquieta. Se suponía que mi entrevista sería a las doce y cuarto, pero a última hora, ha habido una reunión importantísima según la secretaria.

También, si sigo esperando, es porque me he hecho un viaje de metro de mierda. Un tío que olía a perro mojado, se ha sentado a mi lado y encima se ha quedado dormido en mi hombro y roncaba como un elefante, no sé si los elefantes roncan, pero si lo hacen se asemejaría al tío ese. Por todo eso, me he propuesto quedarme esperando hasta que el señor Smith de las narices, llegue.

—Ya puede pasar señorita Collins, el señor Smith la está esperando —se acerca de nuevo la secretaria—. Sígame por favor.

Me levanto de la silla, y abro los ojos al darme cuenta, de que por todo el tiempo que he estado sentada ahora me duele el culo con horrores. La señora me mira con una clara interrogación en su cara, y yo solo niego con la cabeza fingiendo que todo está bien. Ella se encoge de hombre y se vuelve a girar.

Aprovechando que no me mira, me peino sutilmente y huelo un poco la chaqueta que llevo puesta. Me da miedo de que me quede algo impregnado del tío del metro o que yo misma lo haya provocado por la carrera que hice antes para poder llegar a tiempo a la oficina, pensando que llegaría tarde. Que equivocaba estaba.

La mujer se detiene de golpe y hace que casi pierda el equilibrio, pero consigo mantenerme de pie, mirándola extrañada. La secretaria del señor Smith se gira con los labios rectos y el ceño fruncido.

—¿Sabe qué lugar va a ocupar aquí?

—Seré la secretaria del señor Smith —respondo, sin dudar. Al ver sus ojos, decido bajar la voz—. El lugar que ocupa usted ahora...

—Exacto —confirma la mujer con voz autoritaria—. Conozco al señor Smith desde que él era muy joven, se podría decir que desde que era niño. Comprenderá que no se lo puedo dejar a cualquier persona que venga.

Por como habla del hombre, parece más su hijo que su jefe y debo reconocer que eso me da mucha curiosidad.

—Lo entiendo —contesto obediente, me muerdo el labio y pregunto en bajito—. ¿Cuántos años lleva trabajando aquí?

Escapando del amor [Terminada]Where stories live. Discover now