Ilusiones

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E R I K

Estaba por dar la media noche. Anastasia estaba sentada junto a él, prendiendo la última vela sobre el pastel. Ambos sentados frente a una de las bancas de los jardines. Últimamente, con los festivales, los cielos de Os Alta se llenaban de fuegos artificiales de todos los colores, se combinaban con la luz que aún quedaba de los cielos de verano ravkanos que nunca se oscurecían por completo.

Esa noche era diferente a las demás. Cillian cumplía 24 años. Su hermano que lo hacía reír, que lo cubría en pintura si Erik no lo dejaba en paz, que como reloj lo golpeaba en la cabeza cuando se sentaba al desayuno y por la tarde le daba la mitad de su naranja. El que siempre le daba la confianza que necesitaba, sabía que tenía su apoyo incondicional. Toda su vida supo que si volteaba atrás podía contar con ver a su hermano detrás de él. Extrañaba a Cillian desesperadamente.

Después lo creyó muerto. Perdió a su familia entera en un total de 25 líneas sobre una floja carta falsificada. Perdió a sus segundos padres, a sus hermanos, su vida. Jamás se había sentido tan solo, perdido en la mitad de un interminable campo de nieve, sin dirección y sin compañía. Ahora solo tenía esperanza.

Era lo más intenso del verano, cuando el clima era insoportable, el sol quemaba más profundamente haciéndolo querer arrancarse la piel y el sudor era imparable haciéndolo bañarse continuamente. Solo Cillian podía nacer en la mitad del verano. Solo él podía nacer en una temporada como esa, lleno de mucha luz y calidez para dar.

—Falta un minuto —susurró Anastasia en kerch, entusiasmada. Estaba inquieta. Toda la semana había estado terriblemente irritable y triste, lo había notado. Era por el cumpleaños, el primero que pasaban separados.

Cada que estaban juntos, su idioma cambiaba de kerch a fjerdano en la misma conversación. Toda su vida crecieron así, alternando entre idiomas todo el tiempo. Nunca hablaban en ravkano, se sumergían en una burbuja de inocencia, aislándose como niños jugando.

Erik había comprado un pastel de vainilla con duraznos. Estaba cubierto por crema dulce blanca con algunos remolinos en los bordes. No era nada elaborada como le gustaba o se merecía Cillian, pero era el más pequeño que tenían para ambos. Erik tomó velas cortas de su habitación y organizó toda la sorpresa para Anastasia, esperaba animarla.

El cielo se iluminó con la explosión más grande, chispas de color azul y rojo pintaron el cielo entero. Mientras estas estallaban sobre sus cabezas en cientos de pedazos resplandecientes, ambos se tomaron de las manos, con una sonrisa y un deseo para Cillian en mente, soplaron la vela. Era un año más festejando el cumpleaños de su hermano sin él presente, la diferencia era que ahora lo sabía vivo.

Extrañaba aquellos años en el que todos vivían bajo un mismo techo, era caótico y en ocasiones insoportable como solo las peleas entre hermanos podían serlo, pero estaban juntos. Protegidos y juntos en un mismo hogar.

Una lágrima recorrió la mejilla de Anastasia, deteniéndose en su sonrisa triste. Mientras ella festejaba con tristeza y dolor, Erik festejaba con la esperanza de un día poder estar junto a su hermano.







C I L L I A N

Era media noche. Había fuegos artificiales en la ciudad que estaba, temprano había escuchado a unos campesinos decir que en Os Alta eran mucho mejores, más grandes y llamativos, podían verse desde cada parte de la ciudad. Cillian quería desesperadamente llegar ahí.

Hasta que los Mares Sean Polvo || Nikolai Lantsov जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें