24. En un Juego de Dioses & Demonios

Comenzar desde el principio
                                    

──Solo entonces voy hasta mi último objetivo.

──¿Y qué haces cuando llegas hasta el rey?

Alzó su mirada hasta mi rostro, nuestros ojos se encontraron en un pacto silencioso.

──Entonces mato al rey ──Arrojé la ficha──. Y es fin del juego. El ganador se queda con todo.

Lysander le dió un último trago a su copa, antes de observar cómo le había ayudado a ganar. Sus labios en una línea muy fina mientras sus acompañantes esperaban su reacción.

Asintió, y ese fue el permiso que parecían esperar para los vítores.

──Bien jugado.

Se puso de pie para retirarse, disculpándose con los caballeros e instando a que lo siguiera más allá del humo en la habitación, lo seguí a través del enorme pasillo en dirección al salón, la alfombra ahogando nuestros pasos y, con suerte, las paredes del enorme palacio se tragarían nuestras palabras.

──Es una jugada arriesgada, podrías ser descubierta en cualquier momento.

Le sonreí con coquetería.

──Siempre hay trucos.

──Dijiste que no sabías jugar ──me recriminó.

──Dije que lo odiaba, pero para odiar algo hay que conocerlo.

──Usualmente, el odio va hacia lo que no conoces o entiendes.

──¿Es así de complejo?

Lysander enarcó una ceja en mi dirección.

──¿Qué es eso? ──Su sonrisa fue una estela que iluminó su rostro──. Primero me dices que me odias, soy un asesino, despiadado y preferirías verme muerto y ahora... ──Volvió a buscar en mi rostro como si ahí estuviera la prueba que cerciorara sus palabras──. ¿Vienes y me haces ojitos, Astra?

──Quizás caí profundamente enamorada de ti.

──O quizás quieres que me enamore como un imbécil de ti.

──Desde que intentaste matarme, quizás no esté funcionando del todo.

Lysander se vió sorprendido un momento, asintió mientras agachaba la cabeza, desviando su atención de mí.
Nos detuvimos ante las puertas de roble.

──Mi intención nunca fue ponerte en peligro.

──¿Por qué? ¿Por qué no lo harías? ¿Sería la primera en morir bajo tu mando? ¿Después de cuántas muertes la carga deja de pesar?

Obtuve el mismo efecto de un golpe certero, mantuve la soberbia en guardia mientras él dejaba escapar el aire con dureza. La cólera cubrió sus ojos y los endureció como no había visto antes, de alguna forma me produjo una enorme satisfacción, más aun luego de casi haber muerto por su culpa.

──Así que ya decidiste que serías la encargada de juzgarme ──fulminó──. Eres juez y verdugo en un juicio que tú misma iniciaste.

──Tienes razón, quizás yo sea la que está siendo demasiado pasional ──le devolví las mismas palabras que él había usado con Eskandar.

Lysander pareció echar fuego por los ojos y le sonreí con el cinismo que le correspondía. Contrario a lo que se esperaría de cualquier otra persona, pero en concordancia con el actuar de Lysander, pareció ahogar toda la rabia hasta aplacarla en un gesto apático.
Cuando ingresamos en la habitación, Eskandar no estaba por ningún lado.

──De todos modos, deberías estar con Vaseg Baseret, él te ha estado buscando toda la velada. Parece que has logrado capturar su atención.

Lo busqué por la maraña de vestidos pastel y trajes con miles de bordados.

Sonata Siniestra©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora