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Calle apago el motor, pero no salió del auto. Todavía agarrando el volante, miro la extensa casa colonial al otro lado de la calle. ¿Qué pasa conmigo y mirar los edificios?

-Realmente tengo que dejar de hacer esto.

-¿Hacer qué? -pregunto Poché desde el asiento del pasajero.

-Oh -Calle no se había dado cuenta de que lo había dicho en voz alta. -Nada.

Poché extendió la mano y froto el muslo de Calle, provocando un hormigueo que hizo que Calle olvidara su nerviosismo durante unos segundos. -¿Segura que quieres hacer esto?

No. A decir verdad, Calle no quería hacer esto en absoluto, pero al menos de esta manera, seria su decisión. -Sí. Tengo que entrar. Les dije que tendría una respuesta alrededor de las cinco y ahora son las cinco y media porque alguien que no quiero nombrar no me dejaba salir de la cama.

-¿Yo? Tú eras la que seguía diciendo “una vez más”

Las mejillas de Calle se calentaron. Eso era cierto. Había sido insaciable de una manera completamente nueva, por lo que ella y Poché habían pasado la mayor parte del fin de semana en la cama. Ahora deseaba estar de vuelta allí. Suspirando, volvió la cabeza y volvió a mira la casa.

-Estas murmurando -dijo Poché.

-Oh, lo siento -Calle se dio cuenta de que había estado contando ventanas para calmarse. No estaba funcionando -Solo estaba… -nunca lo había admitido a nadie, pero ahora respiro hondo y dijo: -Estaba contando. Es un hábito estúpido cuando me pongo nerviosa.

Poché se inclino sobre la consola central y beso su mejilla. -Es lindo -volvió a frotar la pierna de Calle. -Escucha, se que esto es difícil. No tienes que hacer esto ahora si no estas lista.

Calle suspiro. -No creo que alguna vez esté lista. Pero el ultimátum que me dieron se esta agotando, y si no voy a ellos, aparecerán en mi puerta, probablemente con Manu a cuestas, y creo que estarás de acuerdo en que hay cosas mejores cosas que esa visita -se desabrocho el cinturón de seguridad. -Sera mejor que termine de una vez. ¿Estás segura de que no prefieres esperar en casa? Puedo tomar un taxi de regreso.

-Estoy segura -dijo Poché. La expresión de su rostro no dejaba dudas de que no se movería ni una pulgada antes de que Calle volviera.

-Bueno. Pero por favor quédate en el auto y cierra las puertas después de que me haya ido. ¿Estás segura de que Valentina te escuchara si llamas para pedir ayuda?

Poché miro un teléfono inteligente rosa en el tablero del auto. -Esta a solo una llamada de distancia.

Por un momento, Calle se preguntó porque Poché llamaría a un djinn en su teléfono celular, pero luego se encogió de hombros y alcanzo la palanca de la puerta.

-¡Espera! -con una ceja levantada, Calle se dio la vuelta. -Estaré aquí, esperando, ¿de acuerdo? No estas sola en esto.

Calle forzó una sonrisa. -Gracias. Te lo agradezco -después de un beso fortificante más, salió del coche y cerró la puerta.

Sus miradas se encontraron a través de la ventana lateral y se asintieron la una a la otra. Cuadrando los hombros, Calle marcho hacia la casa de sus padres, más allá de un césped bien cuidado y una serie de ciervos de plástico y conejitos que sus padres pensaron que los ayudarían a encajar con sus vecinos suburbanos.

Su madre abrió la puerta antes de que Calle pudiera tocar el timbre. -¡Finalmente! Entra. Todos están esperando.

¿Todos? Las cejas de Calle se fruncieron cuando ella entro en la casa.

𝑺𝒖 𝑻𝒐𝒒𝒖𝒆 [𝑪𝒂𝒄𝒉𝒆́]  Where stories live. Discover now