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Dos semanas después, Poché siguió a Calle a su casa después de la reunión de AA a la que había asistido juntas.

-¿Quieres una Coca-Cola? -pregunto Calle cuando entraron en su condominio.

-Si, por favor -Poché se quitó la chaqueta y se la dio a Calle. Entro en la sala de estar, que ya era territorio familiar, y se sentó en un extremo del sofá -Mi garganta está bastante seca después de hablar tanto hoy.

Calle la siguió con dos latas de refresco y le entrego una. Se dejo caer en el otro extremo del sofá. -Estuviste genial -se inclinó hacia Poché y la empujo con una de las almohadas. -No puedo creer cuan abiertamente hablas de ti. Patrick nunca habría hablado sin que te abrieras primero.

Poché desvió la mirada cuando sintió que sus mejillas se calentaban. -Él tuvo que hacerlo. Finalmente.

La lata siseo cuando Calle la abrió. -Él no hubiese podido -antes de que Poché pudiera responder, Calle agrego: -No lo haría.

Durante la reunión anterior, Poché había tenido dificultades para mantener su mirada fuera de Calle. Por mucho que intentara decirse a sí misma que era solo para asegurarse de que estaba bien, en el fondo, Poché lo sabía mejor.

Al menos para sí misma, podía admitir que estaba enamorada de la enigmática autora. Ella sacudió de su bruma. -Lo harás. Cuando estés lista.

Calle cambio su peso en el sofá. -Se que dije que lo intentaría, pero no estoy segura de que compartir mi historia con el grupo sea lo correcto para mí. No tengo ningún problema en levantarme frente a cientos de personas para leer una de mis libros, pero hablar de mi… -ella sacudió la cabeza.

-Estas bien conmigo.

-Si, pero eres… especial.

El silencio se extendió entre ellas.

Finalmente, Poché respiro hondo y trato de mantener la voz firme mientras decía: -Estamos aquí para hablar sobre los doce pasos. Ellos te ayudaran. Una vez que haya completado el duodécimo paso, ya no tendrás problemas para contar tu historia.

-Sera mejor que obtenga una libreta de la oficina, para poder escribir todo -ella se levantó de un salto.

-¿Calle?

-¿Sí?

-¿Puedo…? -a estas alturas, ella había estado en el condominio de Calle una docena de veces, pero aún no había visto su oficina. Ella dudo, no queriendo ser intrusiva.

Calle sonrió, pero Poché detecto una pizca de inseguridad. -¿Qué es?

-Puede sonar extraño, pero… ¿Crees que sería posible para mi ver tu cueva de escritura?

Calle se quedó helada. -Uh, ¿te refieres a mi oficina? -Poché asintió con la cabeza.

-Bueno, ya sabes, no es nada especial

-No espero el Taj Mahal, es solo que… admito que tengo curiosidad sobre el lugar donde escribes tus novelas -frotándose la barbilla, Calle pareció sopesar sus opciones. -Lo entenderías si prefieres no hacerlo, solo pensé…

Calle cambio su peso de un pie al otro y fijo su mirada en la estantería contra una pared. Justo cuando Poché quería decirle que olvidara, Calle dijo: -Claro. Ven.

-Gracias -sonriendo, Poché salto tras ella.

Calle abrió una puerta y barrio su brazo en un gesto que abarco toda la habitación. -Como dije, nada especial. Solo una habitación con un escritorio y una computadora.

Poché la empujo suavemente, provocando la sensación de hormiguea familiar de nuevo. -Y aquí esperaba que las máquinas de escribir doradas y las cubiertas de tus libros se usaran como papel tapiz -se detuvo en la puerta y parpadeo un par de veces.

𝑺𝒖 𝑻𝒐𝒒𝒖𝒆 [𝑪𝒂𝒄𝒉𝒆́]  Where stories live. Discover now