-¡Es más interesante de lo que estás pensado!- exclamó ella.-Sólo llevo unos meses en la carrera, aún estoy aprendiendo, pero hasta ahora estoy muy interesada en los modelos económicos imperantes y cómo nuestra sociedad se ha estructurado en torno a la economía.- soltó con rapidez.-Además estoy tomando algunas clases de administración que tienen mucho sentido y que juro que han hecho clic en mi cabeza gracias a mis padres.- dijo, aún fascinada con el hecho de que pasar tantas veces escuchando pasivamente las reuniones ejecutivas del hotel terminara sirviendo de algo.

-Bien...- masculló Anton.-De todas formas, no gracias.-

-Tú te lo pierdes.-

-Sí, claro.- bufó.

Maya rodó los ojos exasperada y cuando volvió a ponerlos al frente vio la heladería, apresuró el paso dejando a Anton atrás y se asomó a la ventanilla donde se hallaban todos los sabores. Ese lugar le gustaba porque la variedad que tenía era ridículamente impresionante y muchas de sus opciones eran sin lactosa, por lo que se sentía tomada en cuenta. Se quedó unos segundos examinando el muestrario hasta que se decidió y buscó a Anton.

-Chocolate amargo y frambuesa.- le dijo.

-Eso no te va a quitar el apetito.- indicó él, mirando la vitrina por sobre su hombro.

-Puedo comer algo más balanceado en casa, ahora quiero dulce.- insistió.

-Vainilla.- dijo él.

-Clásico.-

-Busca una mesa, iré a pedir.-

-¿Quieres...?- comenzó ella, metiendo la mano dentro de su morral en busca de su billetera.

-Está bien, busca la mesa.- la interrumpió él entrando a la tiendita.

Maya le gritó un "Gracias" antes de perderlo de vista. Cuando se sentó entrelazó sus dedos y casi sin darse cuenta comenzó a juguetear con uno de sus anillos, pensando en que debería ser un poco más clara con Anton, pero al mismo tiempo temiendo otro "No" Tenía completa seguridad de que el chico ya no la estaba rehuyendo y que, de hecho, se había ablandado con ella; pero eso no quería decir que estuviera realmente interesado, incluso si lo había atrapado algunas veces mirándola con intensidad. Las miradas no siempre venían acompañadas de intención, a veces eran mera curiosidad.

-Aquí tienes.- anunció él depositando la copa de helado frente a ella.

-Oh, sí... es perfecto.- sonrió.-Entonces, yo hablé todo el camino, ¿cómo ha estado tu semana?- preguntó.

-Bien, nada nuevo.-

-En ese caso, ¿por qué no me cuentas cómo es un día cualquiera para ti?-

-Clase, ayudantía, clase, descanso, trabajo.- dijo mientras miraba su helado, lo que Maya tomó como un obvio intento por ser impreciso.

-¿Te han dicho que tienes una personalidad que no brilla?- le preguntó socarrona.

-¿Qué? ¿Temes que opaque tu brillo?-

-Eso no es posible.- negó enérgica.

-Te creo.- comentó él con una sonrisa mientras apoyaba uno de sus brazos en la mesita.-Pero lo digo en serio, mi semana ha estado bien, igual que siempre... No es común que vaya a fiestas donde me encuentro con dilemas morales.- apuntó.

-Ahora que lo mencionas, ¿acaso no te gustan mucho?-

-¿Las fiestas?- Maya asintió.-Voy a algunas, pero no son mi prioridad. Además trabajo de noche, los fines de semana y una noche a la semana, así que no siempre estoy libre cuando son las fiestas divertidas.- le contó.

Entre TiemposWhere stories live. Discover now