Pisapapeles

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Fueron tres días los que pasaron sin verse. Jimin había intentado alejarse lo máximo posible, no pensar en él, pero le era algo difícil.

Incluso allí mismo, sentado afuera de la casa en la cual había crecido le costaba dejar de preguntarse sobre el pelinegro. Si estaba pensando en él, si estaba igual de extraño o si incluso tenía otro sumiso.

¿Esas eran las que se traía ahora?

_Eres un jodido adolescente.

Jimin jamás había desarrollado sentimientos por nadie. Nunca había sentido eso en el pecho, esas ganas inmensas de hablar con una persona. Esas ganas de llamarle o verle.

Jungkook no llegaba ni a ser su amigo. Mucho menos amante. Era a lo sumo y a lo lejos un conocido, alguien con quien quedaba de vez en cuando.

Bueno, las veces que se habían visto podían contarse con los dedos de una mano, y la única conversación que habían tenido fue en su sofá, en su casa, y se había parecido mucho más a un psicoanálisis que a una charla convencional.

¿Estaba bien desarrollar sentimientos por tu psicólogo? Incluso si este ni siquiera lo era del todo.

Podría ver a Jeon Jungkook como su terapeuta, pero estaba en claro que el tipo de terapia que llevaban a cabo era todo menos convencional.

¿Una sesión? Claro. Pero ¿Común? No lo creía.

Suspiró, volviendo a verse en el espejo retrovisor. Cabello rubio alisado hacia atrás. Traje gris, corbata y pantalones caquis. Jimin tenía más apariencia de querer salir a predicar la palabra del señor que estar a punto de entrar su antiguo hogar.

Salió del auto, que era rentado, y colocó la alarma. Ella se pondría celosa si se enteraba que había preferido un auto automático a su hermosa motocicleta. No sabía si podría seguir más tiempo con la mentira a su familia, quienes claramente no estaban de acuerdo con la idea de una motocicleta.

Subió el pequeño camino que se adentraba al jardín de su casa, oliendo el aroma a tulipanes que su madre tanto amaba cuidar y recibir, porque estaba claro que varias floristerías de la ciudad se las enviaban para intentar conseguir publicidad de él.

Golpeó tres veces, así sin más, como si fuera a arrancarse una bandita de la herida. Sin pensarlo y rápido.

La puerta fue abierta, siendo recibido por su hermano mayor. Hyung So era alto, moreno y con un porte de hombre adulto. A sus treinta y tres años, se había casado y sus ahora adolescentes niños estaban detrás de él, vestidos igualmente que su padre, sólo que con los pantalones de un color menos oscuro, mientras el traje del hermano mayor de Jimin era mucho más formal y negro marino.

_Hola, hermano.- dijo Jimin haciendo una reverencia. Hyung So repitió el gesto y le saludó.

Entró a la casa, siendo abrazado por sus pequeños sobrinos. Aquellos niños le caían demasiado bien, llegando a pensar muchas veces que eran los pocos miembros de la familia que no estaban corrompidos del todo. Aún eran pequeños e ingenuos así como él lo había sido.

_Tío Jimin.

_Hola, Haechan, Jisung, ¿Cómo están?

_Con sueño. Padre nos levantó muy temprano para ir a misa, ¿Tú como estas?

_Bien, pequeños. Sólo un poco cansado por el trabajo.

Y no era mentira. Park Jimin había tenido una reunión con el gerente de publicidad temprano ese día, lo cual no era mentira. Había llamado a sus padres informándole el inconveniente, casi peleando por tener que trabajar un domingo. Aún así, al actor no se le había hecho difícil el mentir fingiendo pena por no poder asistir a la Iglesia con ellos como lo hacía todos los jodidos fines de semana.

S.S.C.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin