Último adiós

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Bajo el calor de abril, junto al árbol de cerezos.

La brisa se llevaba nuestros pecados, y el cielo nos regalaba los sueños.

Esa tarde en las praderas confirmé mis sospechas.

Con el corazón desbocado y los sentimientos a flor de piel.

Fue cuando comprendí.

Que no había fuerza, posibilidad, ni razón. En nuestro mundo mortal, que lograra separarme de ti.

Y entonces entendí, que estábamos atadas de mente, alma,cuerpo y ser.

Que nos pertenecíamos en este mundo y en cualquier otro.

Que cada cabello, cada célula, cada poro de mi ser, era meramente tuyo.

Que no me importaría recorrer cientos de vidas, mientras que te encuentre en las mismas.

Ella me miró luego de terminar de leer el último poema del libro. La brisa alborotaba sus rizos cortos haciéndola mucho más hermosa de lo que ya era. Se tomó su tiempo antes de decirme algo. Miró a nuestro alrededor y luego soltó.

- ¿Cuántas veces vas a escribir sobre mí? - Preguntó con una sonrisa. Cerró el libro rosa y lo puso junto a la canasta del picnic, y se acomodó mejor entre mis piernas para recostarse en mi pecho, dándome la espalda.

-Las veces que me sienta inspirada por ti- le respondí mientras ambas mirábamos las olas del mar golpear.

-Me gusta cuando escribes sobre mi- soltó.

-Eres mi poema favorito- le dije yo. -Si un día te olvidas de mí, recuérdame en todos los poemas que te escribí. –

-Jamás podría olvidarte tonta- respondió ella.

Joven...

-Joven sus bolsas-

La voz de la cajera me hizo reaccionar. Confundida dejé de ver el tatuaje en mi antebrazo y tomé las bolsas de compras, salí del supermercado con el corazón fuera de sí dentro de mi pecho y aún aturdida, por el último recuerdo que tenía de ella. 

Soltando mi almaWhere stories live. Discover now