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El hecho de que he estado en la oscuridad tantas veces no quiere decir que cada vez que salga de ella se hace más fácil. Es todo lo contrario.
Cada vez que caigo me encuentro más atraída a no salir, sale a la luz una razón extra para quedarme donde nada me hace daño, pero por el precio de no volver a mí.

Un precio bastante alto, pero si lo miras desde otro punto de vista, perderse a uno mismo tampoco es tan malo.

No hay expectativas con las que lidiar.

No hay decepciones.

No hay nada.

Uno realmente se da cuenta de cuánto tiempo estuvo luchando hasta el momento que deja de hacerlo.
Se siente como, si la vida se te fuera de los dedos.

 Así como el agua, que se escurre en cuestión de segundos y luego no queda nada.

Siempre ví mi mente cómo una especie de jaula de la cual nunca me pude librar, ahora es el refugio impenetrable dónde me encuentro aislada y nada ni nadie puede tocarme.




Soltando mi almaWhere stories live. Discover now