LII

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Aun cuando el ruido cesa te escucho, aun cuando la oscuridad llega te veo, cuando nada duele te siento ahí, con mi sonrisa estúpida. Con mis ojos brillosos, con la vida entre los dedos y el corazón en la boca, sentada en la silla llena de odio y la piel grietada.

Ahí justo en la rajadura de mi alma rota, en una pequeña esquina. Estabas tú rompiendo todo y yo insistía en unirlo con cinta adhesiva barata y tus mentiras, pero es obvio que solo nos engañábamos cariño.

Lo que es será y lo que no, nunca será y menos cuando el destino juega tanto con nosotras. Yo siempre te dije que no sabía nadar, y me ahogaste con tus engaños. Pero gracias, porque aprendí a respirar entre mentiras, a vestirme de ellas y a devolvértelas con una sonrisa.

Me hice pequeña tanto tiempo para caber en ti, que ahora solo me sale ser grande para pasar encima de ti y verte llorar por mí. Mis ganas de romperte en todas las maneras en las que me rompiste tu, sobrepasan toda el hambre que tenga de ti. Incluso ahora, que tus manos están sobre mí intentando nublar todo mi juicio con sus delicados roces. Siendo totalmente ignorantes al hecho de que ya no me desvivo por ti. 






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Soltando mi almaWhere stories live. Discover now