19. Hora de la verdad (parte I)

368 19 2
                                    

- Ya está el desayuno, bajen – la duce voz de mi madre llamándonos para comer

- Ya vamos- contesta Paloma

Después de unos minutos bajamos a comer; traté de evitar cualquier conversación con  mis padres, no tenía ganas de conversar ni que me pregunten, solo quería escapar por la puerta e ir al colegio.

Tenía la cabeza todo el tiempo agachada y no dejaba que nadie me vea, pero mi madre se dio cuenta de la indiferencia y se acercó.

- ¡Qué te pasó en la cara! – dijo muy sorprendida tremenda herida

- Quería levantarme en la noche para tomar agua, como todo estaba oscuro me tropecé con algo y caí en mi espejo, el cual al romperse me hizo esto – mentí

- Pero como vas a hacer eso, la herida está grande – dijo mi mamá como siempre exagerando – Traeré algo para echártelo.

- ¡ESTOY BIEN! No me duele

Pero al parecer ignoró lo que dije y fue corriendo a traer algo para curar la herida. Regresó y untó un poco de una crema par que bajara lo rojo y cicatrice más rápido.

- Ya está, ya está – dije mientras mi mamá seguía echando una enorme cantidad – Ya es tarde tengo que irme

Agarré a Paloma y salimos corriendo…

- Pero no comiste nada

- No tengo apetito – respondí cerrando la puerta

Corrí lo más que pude para no llegar tarde y que no me castiguen nuevamente. Estaba caminando (corriendo) por un pasillo cuando notó a Kym venir en sentido contrario al mío; la miré pero al parecer ella no me hizo caso, actuó como si yo no estuviera allí, me ignoró completamente. No traté de hablarle o detenerme a penar, también seguí mi camino  como si nada hubiese pasado.

 No sabía si estaba llegando tarde o no, pues mi reloj se paró y mi celular…lo perdí, si lo perdí aquel día cuando estaba en la cafetería, me desmayé y al despertar no lo tenía, lo busqué y pregunté por él pero nadie me daba una respuesta positiva. Felizmente mis padres no se enteraron pues después de la fiesta mi mamá me lo devolvió y me dijo que lo cuide; ¡que desobediente!, además seguía sin prender.

Como no sabía la hora y salí de mi casa tarde, supuse que lo era; seguía corriendo y cuando llegó al salón me encontré con Mathew que también entraba pero con más calma.

- Cálmate chica bala – dijo sonriendo y tratando de hacerme reír

- No estoy de humor para bromas – dije entrando al salón

Me senté en una carpeta del medio y Mathew se sentó a mi costado

- ¡Que te pasó! – dijo muy asombrado al ver la herida

- Solo un rasguño – sin importarme lo que pensara

- ¡como que un rasguño! Esa es una gran herida, ¿quién te hizo eso? – como siempre tan protector

- yo me lo hice

- ¿Cómo? – dijo tocándome la herida

- Esto es un interrogatorio, solo tuve un problema con el espejo de mi habitación, solo eso – con voz alta

- ¿Qué te pasa? Por qué actúas de esa forma

- Tal vez quiera cambiar, así que mejor acostúmbrate – lo había tratado tan mal, pero no me sentía con ánimo que me hicieran preguntas

La clase empezó y Mathew no me hablaba, para mí era mejor, pues lo que menos quería era conversar. Al terminar la clase todos salimos del salón. Cuando yo estaba saliendo Mathew me detiene agarrándome del brazo.

El Libro de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora