Capítulo 37: Es George

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Salgo de la habitación con mi teléfono en mano y le envío un mensaje a Tyler para que esté atento a mi llegada con Josh para buscar a Ariel.

—Esto luce genial —sonrío cuando veo la cesta tejida sobre la encimera de la cocina. Desde aquí puedo oler algunas de las cosas que le pedí a la tía Cynthia que preparara anoche, solo porque si yo las hacía alguno terminaría con una indigestión. Después de mí intento con los muffins simplemente he decidido que la cocina no es lo mío.

—Ahí está todo lo que pediste —confiesa Josh—. Solo espero que Ariel no sea quisquillosa.

—Con padres como Tyler y Abby, nunca —río. La única persona lo suficientemente quisquillosa con la comida que he conocido debe odiarme en este momento con más fuerza de lo que lo hizo el último año.

—Entonces andando.

Le sonrío a Josh cuando toma la cesta y nos dirigimos a la camioneta. Sonrío genuinamente al ver el sol en lo alto del cielo, es un día hermoso para tener respuestas. Y bueno, para tener un día de campo también.

El camino a casa de Abby y Tyler no es largo, pero es tiempo suficiente para poder pensar en cosas que preguntarle a Ariel sin que Josh sospeche de más o que piense que estoy loca y uso drogas de nuevo.

—Veo que alguien está emocionada —sonrío cuando veo a Ariel sentada en el columpio que se encuentra en el porche de la casa. Su cabello rojo está recogido en dos coletas y lleva shorts y una camisa floreada.

La niña corre adentro de la casa y aprovecho ese momento para bajar de la camioneta. Ariel no tarda en aparecer con una mochila de abeja y jalando a una desarreglada Abby de la mano. Creo que este día libre de unas cuantas responsabilidades le ha venido como anillo al dedo.

—Hola, Peyton —me sonríe y se agacha un poco para besar la frente de Ariel—. Por favor, recuerda el protector solar, el repelente de insectos y en su mochila hay un cambio de ropa por si ocurren accidentes. Y...

—No te preocupes, Abby —le digo riendo un poco ante sus órdenes y haciéndola detenerse—. Lo tendremos bajo control, ¿cierto, Ariel?

—Así es —asiente mirando a su madre—. Nos vemos, mami. Te amo.

—Yo también te amo, nena.

Ariel corre del lado de su madre y no tarda en subir a la parte trasera de la camioneta para comenzar a cuchichear con Josh.

—Lo tengo bajo control —le aseguro, para que pueda estar tranquila—. Descansa un poco y relájate. Ambos háganlo.

—Lo haremos. Gracias, Peyton.

Le sonrío nuevamente a Abby antes de volver a subir a la camioneta y Josh comienza a conducir.

—¿Qué haremos hoy? —pregunta Ariel sentada en el medio de los asientos traseros con el cinturón de seguridad cruzando su pecho.

—Pues iremos al parque y tendremos un día de campo. Después, si quieres, podemos ir al orfanato o ver una película en casa.

—¿Podemos hacer todo eso? ¿Y comer helado? —pregunta y yo sonrío mientras me giro para mirarla.

—¿Qué tal si hacemos todo eso?

—¡Sí! —sonríe y aplaude. Cuando me acomodo en mi asiento, Josh sonríe de lado y puedo imaginar que es lo que piensa: "esta niña nos tiene a todos entre sus dedos".





Cuando llegamos al parque, en lugar de quedarnos en una mesa, decidimos estirar el mantel de cuadros en el suelo. Sólo para dejar de escuchar a la molesta voz de Abby en mi cabeza, obligo a Ariel a llenarse de bloqueador solar y luego la rocío con repelente de insectos. La niña tiene la piel tan sensible que estoy segura de que Abby notara si no hago exactamente lo que me pidió.

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Where stories live. Discover now