La chica se encogió de hombros y volvió a lo suyo —Como quieras...

En ese instante, sin embargo, la puerta del cuarto se deslizó a un lado y detrás de ella apareció Hinata, vistiendo las ropas que la hermana de Kiba le había prestado. Afortunadamente para ella, la miembro femenina del clan Inuzuka tampoco solía usar ropa provocativa como la que usaría Ino sino más bien ropa habitual de shinobi; por lo que había sido capaz de proveerle un par de pantalones como los que ella misma solía usar y una campera ancha que había pertenecido a la chica cuando era más chica pero que ya no le quedaba, similar a la que había acostumbrado a usar Kiba cuando tenían doce. Aún así, se sentía incómoda utilizándola –pues no le pertenecía- y la situación en general le provocaba pena.

Avergonzada, con el rostro ligeramente bajo, las manos sujetas entre sí delante de su abdomen y las rodillas juntas en una postura tímida, susurró —B-Bu-Buenos días...

Kiba se incorporó rápidamente al verla aparecer y Hana simplemente soltó una única carcajada desde la estufa —Buenos días.

El chico dedicó a su hermana una mirada de fastidio (y advertencia) pero esta lo ignoró y continuó sonriendo alegremente a la huésped. Hinata, por otro lado, pareció aliviada de que la chica no estuviera molesta y se relajó, dejando escapar un suspiro y luciendo algo más confiada de sí misma —Umm... G-Gracias por las r-ropas Hana-san...

Esta se encogió de hombros, sonrió, y se volteó para continuar cocinando —No hay problema. Oh, Hinata... deberías preguntarle a mi hermano...

Kiba, quien percibió que su hermana planeaba decir algo inoportuno, totalmente fuera de lugar, y probablemente comprometedor, tomó rápidamente del brazo a la heredera del clan Hyuuga y la arrastró afuera de la casa, gritando en el proceso —¡Oh, mira la hora, debemos irnos, adiós hermana! —hasta llegar al exterior. Una vez allí, la soltó y respiró aliviado.

Hinata, por su parte, contempló al chico desconcertada —¿T-Tenemos prisa K-Kiba-kun...?

Él sonrió avergonzado, pensando rápidamente en algo para decir sin que sonara demasiado tonto —Bueno... se hará tarde para desayunar... —Estúpido... se dijo a sí mismo, seguro, eso no sonó tonto.

—Umm... P-Pero creo que H-Hana-san quería decir a-algo... —aventuró. Él deseó golpearse la frente en señal de frustración, pero no lo hizo. Cuando regresara aquella noche, se aseguraría de que su hermana no volviera a abrir su bocota frente a Hinata —Bah, no la conoces... seguro que no era nada. Hana suele hablar de más y todas son tonterías.

La Hyuuga no pareció dispuesta a discutir con ello —E-Esta bien...

—En fin, ¿qué tienes deseos de desayunar? —la muchacha vaciló para luego responder encogiéndose ligeramente de hombros, dándole a entender que podía elegir él el lugar y lo que desayunarían. Kiba, quien no vacilaba –a diferencia de su tímida compañera-, sonrió y comenzó a encaminarse hacia una dirección, seguido de Hinata.

Luego de unos segundos de caminar por las tempranas calles de Konoha en completo silencio, Hinata habló —K-Kiba-kun, ¿por qué h-había una espátula c-clavada en tu pared?

Kiba la observó y rió al instante —Bueno... así somos nosotros. Ya sabes... no somos personas mañaneras. Hoy fue tranquilo, sin embargo, creo que porque teníamos invitados —Hinata se avergonzó ante la mención de la palabra. Definitivamente, no había deseado entrometerse en su casa y ser una molestia para ninguno de ellos. Kiba, por otro lado, no se percató de esto y continuó hablando despreocupadamente—. Habitualmente, Hana me habría arrojado todas las cacerolas de la cocina —rió, inclinándose hacia delante y señalando un pequeño lugar en el remolino de su cabello café en el que no había tanto cabello como debería—. ¿Ves aquí? Aquí me golpeó con una sartén hace un par de años...

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