Interrogante

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Aguardó impacientemente a que la puerta de su habitación se abriera de vuelta. La primera vez, había sido él quien había abandonado el desordenado cuarto dejándola a ella en el interior para que se vistiera. La segunda vez que lo hiciera, sería cuando Hinata estuviera lista. Y, honestamente hablando, deseaba que eso sucediera pronto porque estar en su sofá recostado ignorando la sonrisa dentada y socarrona que su hermana le dedicaba desde la cocina era en sí bastante fastidioso. Ya había sido engorroso tener que pedirle la noche anterior que lo ayudara con su inusualmente ebria compañera de equipo y solicitar que le prestara algo de ropa para ella –a lo que Hana se había reído, por alguna razón u otra-, no quería añadir ningún momento embarazoso más a la lista. Además, aquello se estaba tornando incómodo incluso para él, y Kiba nunca se sentía socialmente incómodo. Eso ya era bastante decir.

Entre dientes, soltó un bajo gruñido, sobresaltando a Akamaru quien permanecía a sus pies echado —¿Qué demonios miras?

La joven se encogió de hombros, aún sonriendo con aquella sonrisa bromista, y retomó sus labores de preparar para ella y su madre el desayuno —¿Seguro que no quieres desayunar aquí?

El castaño, malhumorado, se cruzó de brazos y negó con la cabeza. Ni que estuviera loco... Lo menos que necesitaba ahora Hinata era la presencia de dos mujeres como Hana y su madre, bastantes deslenguadas e inoportunas, capaces de hacer sentir a la pobre muchacha incómoda en menos de segundos. Seguro, lo admitía, eso corría por las venas de la familia, pero con un Inuzuka bocazas era más que suficiente —¿Bromeas? Tu cocina apesta, no le daría eso de comer a Hinata aunque quisiera envenenarla.

Hana, temperamental y orgullosa como cualquier miembro de su clan, reaccionó de la única forma que sabía; soltando un gruñido y arrojando la espátula a la cabeza de su hermano menor (apuntando al lugar exacto entre ambas cejas) —Idiota.

Kiba la eludió tirando la cabeza hacia atrás (permitiéndole observar como el objeto no puntiagudo ni punzante se había clavado extrañamente en la pared detrás de él) y rió —Vaya puntería, ¿qué clase de shinobi eres?

La muchacha refunfuñó un tanto más y retomó sus tareas, rebuscando entre los cajones por una espátula nueva. Luego, una vez que estuvo abocada a lo suyo, replicó —No veo que habitualmente te quejes, de hecho, sueles enterrar la cara en la comida que preparo. De todas formas, no volveré a cocinar para ti.

—Genial —replicó orgullosamente. Sin embargo, aquello era un gran predicamento dado que habitualmente no era capaz de cocinar ni la más fácil de las comidas. ¡Pff! Como si la necesitara... Volviendo a lo suyo, comenzó a tamborilear sus dedos impacientes ¿Cuánto más demoraría Hinata? Hubiera creído que horas si se tratara de Ino pero esta no era la rubia y no pensaba que Hinata fuera del tipo de chica que hace de su despertar un ritual para lucir bien, pero qué sabía él, podía estar equivocado. Mientras tanto, Hana había vuelto a la estúpida costumbre de observarlo con esa ridícula sonrisa.

—Te devolveré la estúpida espátula si no dejas de sonreírme de esa forma, lo juro —espetó, rumiando por lo bajo e ignorando la risa silenciosa que Hana nunca dejó escapar pero que él podía oír de todas formas.

—Por cierto, mamá esta en una misión y yo trabajaré todo el día en la clínica.

El chico se encogió de hombros —Como si me importara... —cierto era que su familiar sí le importaba, pero como Inuzuka estaba acostumbrado a ser independiente y habitualmente prestaba poca atención a la rutina de los demás. Hana y Tsume también eran de esa forma, por supuesto, aquellas palabras de su hermana eran más bien como un boletín informativo que otra cosa.

4X:AireWhere stories live. Discover now