Fuego Vs. Fuego

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Cuando logré tener las fuerzas suficientes, le aparté de mi. Cogí aire y le miré con confusión, en su rostro emepzó a reflejar confusión, como si ni el mismo entendiese muy bien lo que había pasado. Decidí apartar la mirada de él y salir de la habitación para hablar con Scott y con Max, pero antes de que pudiese poner ese pequeňo plan en marcha, Tristan me paró cogiéndome de la muňeca derecha. Obligándome así a darme la vuelta hacia el. Me quedé fijamente mirándole a los ojos, esperando a que me diese alguna excusa. 

– Juliet... Lo siento, te juro que no se lo que me ha pasado. – empezó a disculparse, sin ser capaz de devolverme la mirada. Lo que me dejó más sorpendida que el beso, fue que por primera vez me llamó por mi nombre. 

– Sí, ya... No te creo ni una palabra. Por algo lo habrás hecho. – gruňí molesta, intentando no perder los nervios por el. 

– En serio... – susurró soltándome de la muňeca al ver que no me sentía cómoda. – No quería... Sólo que te vi y no sé, me entraron ganas de besarte. Nunca besé a una vampira y... – se quedó mirándome con una mirada confusa. – Creo que... Mejor me callo. – aňadió en seguida. 

– Sabia decisión. – comenté y retrocedí unos pasos de él. 

– Cómo podría hacer que confies en mi? – preguntó algo desesperado. No sabía si estaba en lo cierto, pero en lo primero que pensé al ver su desesperación, fue en que temía que hubiese una guerra entre nuestros reinos. Sí era eso... De verdad me veía tan poderosa como para acabar con su reino? – Haré lo que sea. Sólo pídemelo. – aňadió y clavó sus ojos en los míos. 

– Enseňame la Rosa del Deseo. – pedí dejándole completamente en blanco. Supongo que no se esperaba que le pidiese algo así y mucho menos, que supiese de la existencía de la Rosa. 

– No es... – empezó a ponerse en contra de ello.

– Sé perfectamente que está aquí. – le interrumpí antes de que pudiese acabar su frase. Tragó saliva y después de unos segundos dejó escapar un suspiro de sus boca. 

– Está bien. – murmuró y me dió la espalda. – Sí quieres verla, sígueme. – aňadió, mientras esperaba a que yo le siguiese. Asentí con la cabeza y con algunas fuerzas que se habían acumulado en mi, le seguí. Al salir por la puerta nos encontramos con Scott y con Max, ambos nos miraron confundidos, pero no dijeron nada. Supongo que entendieron que le había convencido para que me llevase a algún sitio. La verdad es que Max había hecho unos pasos hacia nosotros, pero Scott le detuvo, mientras le susurró algo al oído. 

Tras pasar por unos cuantos pasillos y puertas, llegamos a un lugar donde no había absolutamente nada... Ni nadie, lo que provocó que por mi cuerpo pasase un escalofrío. Crucé los brazos y me quedé esperando, parecía que ni el propio príncipe sabía con exactitud donde estabamos. Pasaron unos minutos  en lo que se quedó mirando el lugar en silencio. Era una perdida de tiempo, ya estaba apunto de darme la vuelta y de salir del lugar para poder volver al sitio donde se encontraban Scott y Max, pero antes de que pudiese hacer algo, Tristan se quedó parado unos centímetros de mi. 

– Perdiste la entrada? – me burlé un poco de él, sin dejar de mirarle fijamente. 

– Debería saber que yo nunca pierdo nada. – gruňó molesto, pero tras dar un respiro, pareció vovler a tener el control sobre si mismo. – Quiero que me des algo a cambio de que te la enseňe. – aňadió con una sonrisa en su rostro. La verdad es que nada más oír esa frase, en mi mente apareció un pensamiento pervertido, ya que su frase sonó como tal, pero aún así intenté mantener la seriedad. Y para hacerlo, pensaba en que ahora el principito había decidido chantajearme para solo ver la Rosa. 

– Qué quieres? – pregunté intentando no sonar muy cortante, ya que al parecer él era el único que sabía con exactitud donde se encontraba la Rosa. Al preguntar, esa sonrisa se hizo más segura, ya que sabía muy bien que si había preguntado, era por que lo cumpliría.

– Bésame. – pidió de forma simple analizándome con su mirada. No me podía creer que un príncipe pudiese caer tan bajo. De verdad que me estaba pidiendo eso? Qué le besase. Cómo podía tener tanta cara? Por suerte podía jugarsela, no especifico donde quería el beso, podía darselo en cualquier parte, la mejilla, la frente. – Ah, y antes de que pienses en alguna forma de jugarmela, lo quiero en los labios y una vez me lo des, quiero que te dejes llevar. No creas que soy idiota. – me sacó de mis pensamientos con su petición concreta. 

Le di la espalda y me quedé pensando en su palabras. Sí no aceptaba, las posibilidades de salvar a los demás eran pocas... Aparte de que estaba segura de que algo malo podría pasar sí me negaba. Después de unos segundos, me volvía a dar la vuelta hacia el. Estaba a unos centímetros de mi, tenía la sensación de que cada vez estaba más cerca.

– Y bien? – levantó una de sus cejas sin quitar su mirada de mi, como si estuviese totalmente convencido de que le iba a dar el beso. Di un suspiro y bajé la mirada, lo cual el se tomó como una clara victoria.  

 De la nada sentí como uno de sus brazos me envolvió alrededor de la cintura, apegándome a su cuerpo. Le puse las manos en el pecho para poder conseguir algo de espacio. Con la otra mano me cogió de la barbilla para obligarme a mirarle a los ojos. Después de unos segundos acerqué mis labios a los suyos, para acabar con esta tontería cuanto antes. Pero al parecer, el no podía resistirse a mi ritmo y por eso lo acabo rompiendo, atrapando mis labios entre los suyos. Con lágrimas en los ojos le devolvía cada beso que me daba. Hasta que sentí su lengua chupar mi labio inferior. Un escalofrío recorrió mi cuerpo... En serio intentaba... ? Y lo hizo, sentí como su lengua empezó a jugar con la mía, como analizaba cada parte de ella. 

Seguimos así un rato y luego se separó de mi, con una sonrisa. Miré a otro lado, tenía el estómago revuelto, si le seguía mirando, acabaría vomitando. 

– Bien, ahora sígueme. – con esa estúpida sonrisa se dió la vuelta y se dirgió hacia una pared, la cual transpasó. Me sentí mal... Demasiado, sí Alex estuviese aquí, no me habría atrevido a aceptar lo que pedía a cambio Tristan... Pero lo único que quería era conseguir el Artilugio para ver si podía usarlo para salvar a Alex y a Dante, para que todo volviese a la normalidad. Después de unos minutos, me dirigí al mismo sito al que fue Tristan. Al pasar la pared aparecimos en una habitación completamente blanca, al centro de ella se encontraba una rosa con petalos negros y junto a la mesa en la que estaba, esperaba Tristan. Con un gesto, me indicó que me acercase. Tragué saliva y después de dudarlo me acerqué a la mesa, sin quitar los ojos de la rosa. 

– Esta es la Rosa del Deseo. Un Artiuligo del Renacimiento. – anunció como si nos estuviese presentando. 

Just My Destiny (Libro 3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora