Capítulo 22

1K 93 7
                                    




Londres – Navidad de 1960/septiembre de 1961

Alfred y Elmira corrieron con los gastos del funeral de Florence y se encargaron de informar a su familia en Canadá. Elmira lo lamentó muchísimo, porque en el fondo, Florence no era mala persona y siempre trató con cariño a sus hijas. Pero tras leer la carta que dejó antes de arrojarse por el balcón, pudo en parte comprender que quisiera quitarse de en medio. Seguía amando a Heinrich, a pesar de lo que había hecho y no podía vivir con ese sentimiento mientras ellos la perdonaron. La culpabilidad la carcomía por dentro y no quería criar a un hijo de ese hombre. Lo mejor era irse para siempre.

Aunque Elmira tuvo cierta inquietud al principio de su secuestro al descubrir que Heinrich estaba vivo, resultó que no tuvo que reformular sus votos matrimoniales con Alfred. Legalmente, Heinrich estaba muerto y el delito lo había cometido él al fingir su muerte. Pese a ello, los dos celebraron una segunda ceremonia de manera simbólica, para refutar el suyo. Después de eso, vivieron felices, sin obstáculos que les impidiesen vivir su amor.

Elmira, cuyo embarazo no sufrió daños, dio a luz en abril de 1951, dos meses antes de tiempo, no solo el niño que ansiaba Alfred, sino también una niña. A Alfred no le sorprendió demasiado, ya que sus primeras hijas, las que murieron durante el Blitz eran gemelas. Debía ser algo genético, pensó. Los mellizos recibieron los nombres de Bruno y Galina y fueron muy bien recibidos por todos los miembros de la familia, en especial por sus hermanas, deseando siempre ampliar su número de compañeros de juegos.

Cillian y Heike también ampliaron su familia en 1954 con la llegada de las gemelas, Aoife —pronunciado «ifa»— y Elmira . Heike eligió el nombre de Elmira en agradecimiento a la mujer que la quiso como una madre y la protegió en sus años más oscuros y Cillian, haciendo hincapié en su origen irlandés, eligió el otro. El pequeño Alfie se sintió defraudado porque quería un hermanito, pero enseguida quiso a sus hermanas y las protegía con el afán de los hermanos mayores. Alfred lo había apadrinado y el niño lo consideraba su héroe y lo seguía a todas partes. Él y Bruno jugaban juntos y su pasatiempo era fastidiar a las niñas, especialmente a Julia, con sus consiguientes castigos.

Elmira y Heike pudieron ir las dos juntas a la universidad. Elmira estudió para ser profesora y en 1960 trabajaba en una escuela cerca de su casa. Heike siguió los pasos de Alfred y estudió medicina. Hacía apenas unos meses que había acabado sus prácticas y hacía apenas unas semanas abrió su despacho. Se especializó en psiquiatría, porque quería ayudar a otros a resolver sus propios traumas. Su mente brillante le permitió acabar antes de tiempo, aunque tuvo que interrumpir otro año sus estudios por el embarazo de las gemelas. Cillian destilaba orgullo cuando hablaba de los logros de su esposa y no se sentía en absoluto avergonzado. Él mismo volvió a la vida militar, aunque por suerte, no tenía que luchar. Alfred logró colocarle en una oficina y desempeñaba bien sus funciones. Antes de nacer las niñas, los dos se mudaron a una pequeña, pero acogedora casa, muy cerca de Elmira y Alfred.

Esa misma Navidad de 1960, años después de todo lo que había sucedido, los dos tenían una noticia muy importante que comunicarles. Toda la familia se reunió y antes de llegar a los postres, Cillian soltó la bomba.

—Me han ofrecido una plaza de cónsul en Alemania. Soy la mano derecha del embajador, que necesita hombres en algunas ciudades importantes. Nos pondrán una casa y los niños irán a la mejor escuela que hay en la ciudad.

—Oh, Cillian, felicidades, te lo mereces, por fin tu esfuerzo se ha visto recompensado. —exclamó Elmira, abrazando a Cillian.

—Veréis... a donde me envían es a Leipzig.

—Pero Leipzig está en Alemania Oriental, ¿cómo podéis ir a ese lugar? —intervino Alfred.

—Me pagan bien y Heike puede establecer su despacho si quiere, siempre y cuando sea prudente. Además, ella es alemana y habla a los niños en su idioma, con lo cual tienen cierta ventaja.

La dama de los ojos plateadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora