El duende travieso

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Caminando hacia la escuela un niño se sorprendió al ver algo muy pequeño que se movía en medio del camino. Con cuidado se acercó y se sorprendió al ver que se trataba de un pequeño hombrecito. El pobre estaba herido, y por eso, el niño lo recogió.

Al llegar a la escuela abrió la mochila para comer su merienda, y pudo ver que este se la había comido todo, eructando al ver la cara del pequeño.

Cuando salió de la escuela se moría de hambre y compró una hamburguesa, pero cuando se la fue a comer, el duende saltó de la mochila y se la comió. ¡Qué duende tan travieso! Y al pobre niño le sonaban las tripas. No obstante, el pequeño no lo dejó, pues el duende parecía seguir enfermo.

Lo llevó a un veterinario, y cuando este lo vio se quedó parapléjico y quiso encarcelarlo para mostrarlo al mundo, pero el niño tomó al duende y salió corriendo.

De ahí siguió a una pizzería y pidió dos pizzas, una para él y otra para el duende, y esta vez, el niño se la metió de un solo bocado para que el duende no se la comiera quien lo miraba como esperando una oportunidad.

Siguió caminando hacia su casa y el duende parecía sentirse mejor, pues salió de la mochila y comenzó a subírsele a la cabeza, se colgaba de su brazo y se le colaba dentro de su ropa.

Entonces cuando lo tuvo en su mano, el duende le dijo:
- Has sido tan noble y honesto conmigo que te concederé un deseo.
- ¿Puedo pedir cualquier cosa?
- No tengo tanta magia, puedes pedir algo sencillo, y yo veré si te puedo complacer.
- Bueno, quiero una bicicleta
- Genial, cuando llegues a tu casa ésta ya habrá llegado. Y diciendo esto se lanzó de la mano del niño y se metió entre la hierba.

El niño se fue feliz pensando en su buena acción y en su recompensa, y efectivamente, al día siguiente, fue y regresó de la escuela con su regalo.

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