Strings | kooktae |

14.

Tras aquella despedida, Taehyung había vuelto a casa después de esos dos meses de gira por Estados Unidos. Por fin pudo ver a su querida sobrina, que lo esperaba ansiosamente.

—¡Tito Tete! Por fin estás aquí. Te he echado mucho mucho de menos. - había gritado mientras se agarraba a su pierna en cuanto lo había visto.

—Hola mi niña preciosa. Yo también te extrañado mucho. ¿Cómo estás?

—Muy bien tito, que guay todos los sitios a donde has ido.

—¿Te cuento un secreto? - se agachó para ponerse a su altura mientras se aferraba a sus pequeños hombros. - Algún día, iremos los dos juntos. Pero no se lo digas a papá todavía, es un secreto porque tú ya eres una niña mayor, ¿no?

—¿De verdad? Que guay tito estoy deseando ir allí contigo.

Justo entonces una esbelta figura apareció en la enorme entradilla de la casa.

—¿Cómo está mi hermano cantante favorito? - lo saludó animadamente.

—Y el único que tienes. - contestó riendo.

Se dieron un fuerte abrazo antes de pasar al salón con Haneul en brazos de su tío favorito.

Estuvieron hablando un rato de todo un poco. El viaje por Estados Unidos de Taehyung, el trabajo de Namjoon, lo grande que estaba ya Haneul, cómo había sido tocar con los Dark shadows, e incluso sobre Jungkook.

—Entonces te gusta, ¿no? - dijo el mayor de los hermanos.

—N-No lo sé hyung. Es complicado. Él... es drogadicto y ya sabes... no quiero estar con alguien así.

—Pero me dijiste que quería ir a un centro de rehabilitación.

—Sí... en cuanto llegase dijo que iría, pero no estoy seguro.

—Seguro que sí. Además, quiero ser el cuñado de Jeon Jungkook, así que ya te estás poniendo las pilas.

Ambos rieron, y Haneul regresó de su habitación. Había ido para prepararle un regalo a su tío, hacía ya diez minutos.

—Tito, cierra los ojos. Es una sorpresa. - dijo mientras entraba en el salón.

Taehyung hizo lo ordenado, esperando a que la niña lo avisara.

Unos segundos después, sintió sus pisadas en el suelo, y cuando estuvo más cerca, le dijo que abriera los ojos, encontrándose con una pulsera multicolor en su diminuta manita.

—Tachan. - dijo sonriente.

—Oh mi niña, me encanta. Me la voy a poner ya, porque es preciosa. - contestó cogiendo a la niña de la cintura para sentarla en su regazo.

—¿De verdad te gusta tito?

—De verdad de la buena.

—Que bien. Me alegro mucho mucho.

—Eres la mejor. - se volvió hacia su hermano para continuar hablando. - Tengo que deciros algo. - dictó ya en un tono más solemne. - Mañana me voy de viaje.

—¿Otra vez? - respondió la pequeña.

—Tito tiene que descansar de todo el lío de la gira, y prefiere irse al campo que estar en su casa. Volveré en unas semanas, poco tiempo.

—P-Pero tito, íbamos a pasar mucho tiempo juntos. - hizo un puchero.

—Lo sé mi niña, pero tito está muy cansado.

—¿No puedo irme contigo?

—Ojalá que, si cariño, pero, ¿y papá? Se va a sentir muy solo si no estás.