CAPITULO XXII

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A pesar de todos sus esfuerzos por alejar a los vampiros, Adrián fue capturado por el mismo Daniel, quien había saltado desde la cima de uno de los establecimientos para capturarlo y someterlo contra el suelo. Adrián había intentado pelear, pero el vampiro le tenía bien agarrado y presionaba su cara contra el pavimento con tanta fuerza que prácticamente Adrián podía sentir la piel de su mejilla romperse por la piedra.

— Miren, nada más. El Sheriff tendrá el honor de ser la cena. – se burlaba el vampiro.

Aun cuando Adrián no podía ver a los vampiros debido a su incómoda posición, sí que pudo escuchar sus risas y con ellas, saber que la situación no era nada buena para él. Debía de haber al menos 5 vampiros tras su espalda y aun si pudiera vencer a uno, los otros 4 le harían puré en un instante. Todo había terminado para él, pero no les daría la satisfacción de irse derrotado, él había tratado de salvar a los demás y por eso estaba orgulloso.

Daniel se inclinó para morderle la garganta, cuando un sonido extraño surco el aire. Levanto la vista rápidamente y entonces contemplo como uno de sus hermanos vampiro se convertía en cenizas y una estaca de madera caía al suelo. Todos levantaron la vista en esa dirección, contemplando la figura oscura que caminaba fuera de las sombras. Ángel.

— ¿Su mamá no les enseño a que no se debe jugar con la comida? – pregunto Ángel lleno de ironía. Y antes de que cualquiera de los vampiros pudiera reaccionar, el corrió rápido y los empujo a todos en diferentes direcciones.

Con los vampiros fuera del camino, Ángel ofreció una mano a Adrián para que se levantara. — ¿Estas bien? – pregunto muy preocupado, pues la mejilla de su amigo estaba sangrando. Aunque él ni siquiera parecía sentirlo.

— Viniste. – murmuro muy confundido, y pensando que quizás alucinaba.

— Lamento la tardanza. – Dijo y con un rápido movimiento de su codo, derribo a un vampiro que planeaba atacarlos por detrás.

— Mejor tarde que nunca. – declaro Adrián, no pudiendo ocultar su felicidad.

Daniel se levantó entonces del suelo, enfurecido por lo que acababa de pasar.

— ¡Tu! – exclamo enfurecido y señalando con su dedo a Ángel.

— Yo – respondió con el mismo tono falso de indignación, entonces se dirigió a Adrián de vuelta. — Lleva a la gente a un lugar seguro, yo me encargo de estos.

Adrián no tuvo ni que pensarlo, simplemente comenzó a correr de vuelta hacia las personas que había dejado atrás, dejando que Ángel le cubriera de cualquier ataque. — ¡Vamos! ¡Vengan todos! – comenzó a gritar, y las confundidas personas que de alguna manera se las habían arreglado para ocultarse en cualquier rincón disponible, comenzaron a salir y a seguirle. Un vampiro trato de meterse en su camino, pero el reacciono rápido y le clavo la estaca que siempre llevaba oculta en su chaqueta, reduciéndole a cenizas al instante y sin dejar de correr. Para cuando Adrián se dio cuenta, al menos 12 personas más estaban tras de él, siguiéndole en busca de protección. Desesperado, Adrián se detuvo a pensar en un lugar seguro a donde llevarlos y como si fuese una señal enviada del cielo, lo encontró con tan solo mirar a su derecha. La Cafetería de Madge, era un lugar pequeño que por algún motivo tenía un letrero bastante especifico en su puerta: "Bienvenido sea cualquiera que tenga dinero para pagar mi comida" una clara barrera para los vampiros, pues ellos, nunca solían llevar dinero para nada, ósea que la invitación les excluía.

— ¡Por aquí! ¡Por aquí! – gritaba, sin dejar de dirigirse hacia la cafetería. La vieja Madge les abrió la puerta y todos entraron corriendo en su interior, incluidos dos hombres bien intencionados que habían encontrado al Oficial Nolan herido, y que le habían llevado cargando hasta el interior de aquel lugar. Así que tras comprobar que había por lo menos 16 personas ya ahí dentro, Adrián se agacho en el suelo para comprobar el estado de su compañero policía. No tenía mordidas en el cuello, ni otras heridas graves en el cuerpo, así que supuso que su inconsciencia debía de haber sido provocada por algún mal golpe en la cabeza. Por suerte (o algo así) el Doctor Jansen se había quedado encerrado ahí con ellos, y apenas vio al Oficial tendido en el suelo, se acercó para ayudar.

ANGEL & DEMIAN 3: LA VENGANZA DE GREYSTOKETahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon