CAPITULO XIX

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El cadáver en plena descomposición de Igor Jenkins yacía tirado en el tope del último escalón de la escalera que conducía al sótano. El mismo Alastair lo había asesinado tiempo atrás en orden de obtener el control de su propiedad para él, y su ejército de vampiros. Desde entonces, el sótano se había llenado con al menos otros 9 cadáveres que los vampiros habían llevado ahí para almorzar. Como las 2 meseras que habían secuestrado la noche anterior en un bar de Wardensville, mismas que ahora yacían secas y sin vida en la esquina norte del sótano. Justo a un lado del grupo de vampiros que dormían en la espera de la llegada de la noche algo que Daniel Baker (segundo al mando, o algo así) prefirió no hacer. El a diferencia de todos aquellos inútiles tenía mucha curiosidad de saber lo que ocurría arriba en la sala de la casa. Su creador hablado mucho de todas las cosas que haría con aquel niño cuando lo tuviera en su poder y ahora lo que tenía, Daniel no podía esperar a ver lo que había hecho. Así que con sumo cuidado de no pasar frente a los rayos de sol que se filtraban por algunos de los orificios de los muros del pasillo, se abrió paso hasta la sala y entonces se vio inmerso en el aroma más dulce y especial que hubiese imaginado.

— ¿Por qué huele tan delicioso? – pregunto perdido.

Alastair, que acababa de abandonar la mente del chico, dejando que se perdiera en el dolor y la confusión de lo que le había mostrado, le miro con enfado. — ¿Tu qué haces aquí?, ordene que nadie subiera. – dijo.

— Lo sé, mi señor pero. . . quería ver. – respondió, finalmente contemplando que el inconsciente chico continuaba atado a la cuerda que el mismo y otro de los vampiros habían sujeto de una viga en el techo, pero sobre todo, contemplando la sangre seca que tenía sobre las horribles marcas de su espalda. Fue entonces que comprendió que aquel glorioso aroma que su olfato percibía, provenía de él. – Wow, su sangre es. . . como un dulce. – dijo, y con la mirada hipnotizada fue avanzando hasta el chico.

Alastair lo intercepto apenas pudo.

— No recuerdo haber dado permiso para que bebieras de él.

— Oh, vamos. Solo será un sorbito. – los colmillos de Daniel se desplegaron entonces, demostrando que debido al aroma, no tenía control sobre sí mismo.

— ¡Dije que no! – grito Alastair, y tirando de la muñeca del vampiro, lo arrojo contra el muro de atrás. Daniel no tardo en ponerse en pie de vuelta con el primer impulso de contraatacar, sin embargo, basto un solo rugido de su creador para que recordase su lugar como esclavo y devolviera su rostro a la normalidad.

— Lo siento, señor. Es que su aroma. . .

— Lo sé. – Alastair se acercó al chico y haciendo uso de su gran altura y fuerza, rompió la cuerda que le aprisionaba y lo sostuvo entre sus brazos. – Su aroma es diferente, especial. – agrego, quitándole unos mechones de cabello de la sudorosa frente. No lo admitiría, pero el mismo luchaba contra el ansia de beber de su sangre. Así que mejor se apresuró a colocarlo en una silla. – Dame tu chaqueta. – ordeno, el vampiro le miro sin entender pero se quitó la chaqueta negra que llevaba puesta y se la entrego.

Alastair le puso la chaqueta al chico en un intento por frenar el aroma de la sangre que despedía su espalda. Pues lo último que quería era que alguno de los otros vampiros fuese a ser atraído por él. Entonces, su sensibilidad vampírica fue perturbada por un poder que conocía bastante bien.

— ¡Alastair! ¡Sé que estás ahí dentro! – se escuchó gritar a la voz de Ángelus, pero por supuesto, el único sorprendido de escucharla fue Daniel.

— ¿Señor? – titubeo el vampiro.

— Puedo oírlo, idiota.

— ¡Deja ir a mi hijo! ¡Esto es solo entre tú y yo! – continuaba gritando Ángel desde afuera, había pensado en destruir un muro para entrar pero estaba cansado ya de tanta bufonada y lo único que quería era terminar con aquello de una vez.

ANGEL & DEMIAN 3: LA VENGANZA DE GREYSTOKEHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin