Capitulo 13

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Cuando Cage se levantó a media noche, ya no estaba nada borracho. Estaba en su cama, sin nadie a su lado, y parecía que llevaba solo todo el tiempo. Eso era una buena señal. Si ninguna chica había ocupado sus sabanas, no se sentiría mal al tener allí a Livy.

Se levantó poco a poco, temeroso de sufrir es inevitable resaca que debía acompañarlo después de haber bebido todo lo que había bebido. Había sido él el que había dado la alarma de los sospechosos movimientos de los cuervos negros, pero no se esperaba que metieran a Livy en la cuarentena.

La verdad era que tener a la joven encerrada en el club durante tres días enteros era todo un sueño. El problema era que, con Dany de por medio, se convertía en una pesadilla. No se podría ni siquiera acercar a más de tres metros de Livy si su hermana estaba allí. Y eso lo volvía loco, por eso, segundos después de ser aislado completamente del exterior, se había dirigido al mini bar y havía empezado a llenar su estomago con litros y litros de licor.

Y Livy se había enfadado, como siempre. Bueno quizás enfadado no era la palabra, pero lo había alejado, alegando que no la trataba lo suficientemente bien. Él, que se estaba asegurando de protegerla hasta del más mínimo peligro. Si quería ser tratado cómo una reina, que se buscara a un mayordomo. Cage sí que se había cabreado.

Y aún así, en aquellos momentos, lo único que quería era tenerla en su cama. Por eso agradecía haberse despertado a esas horas. Las dos amigas seguro que dormían, y esa era la ocasión perfecta para estar con Livy sin que su hermana se enterara o montara un escandalo.

Era una suerte que sus habitaciones fueran contiguas, de modo que solo tuviera que dar dos pasos para llegar a su destino y volver. Si alguien lo veía cargando a la amiga de su hermana, seguro que pondría el grito en el cielo y todos se enterían de que haía querido raptar a Livy para meterla debajo de sus sabanas. Y tenerla allí no suponía ningún problema con el resto de jinetes, pero si su padre o hermana se enteraran que se la había llevado en contra de su voluntad... entonces si que se armaría una buena.

Livy dormía en un colchón en el suelo de la habitación de Dany, de modo que llevársela no fué nada díficil, ni tampoco dejarla en su cama. Quizás paseaba un poco y hacía extraños movimientos continuamente, pero su sueño era tan profundo que ni se inmutó ante el cambio.

Una vez con la chica tendida en su cama, Cage la miró pensando cual sería el siguiente movimiento. Realmente no podía hacer nada si no se despertaba, pero si interrumpía su sueño se la cargaría.

Inevitablemente, Cage no pudo resistirse a la imagen de la joven en pijama. Por las prisas de la cuarentena, Livy no había tenido la ocasión de coger ropa para dormir, y parecía ser que Dany le había dejado la suya, mucho más favorecedora que los pijamas que debía tener la amiga de su hermana.

Llevaba unos pantalones largos de color rosa y una camisa de botones blanca. Dany era algo más pequeña que Livy, de modo que los pantalones se apretaban a sus curvas y algunos de los botones del pijama se habían desabrochado, mostrando así algo de su vientre y escote. Resultaba una imagen tan deliciosa que Cage no pudo evitar acostarse a su lado y acurrucarse junto a ella.

Parecía un enfermo y el bulto de sus pantalones no ayudaba a normalizar su condición. El cuerpo de Livy se apretaba junto a él y poco a poco pasó una mano por su cintura para acunarla contra su pecho.

Las manos frías de Cage contra la caliente piel de la chica hicieron estremecer a la joven que, después de una leve sacudida, se despertó. Genial, pensó él, no se despierta cuando la cambiaba de cama, pero su mano helada lograba hacerlo en questión de segundos.

Por suerte, Livy no gritó, ni pataleó, ni siquiera se enfadó. Se la veía confundida. Lo primero que hizo fué llevar su mano hacía su cintura, donde la de Cage reposaba suavemente, acariciándole la piel desnuda del vientre. Fué entonces cuando reaccionó y se giró rápidamente hacia él.

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