"Lo aprendí de tí"

271 31 5
                                    

El día era cálido y brillante, aún cuando el sol estaba por ocultarse. Me recordó al día en el que te conocí, un día común pero igual de lindo, enamorarme de tí no era algo que esperaba, y aún así lo lograste. Aquel clima me recordó a cuando me pediste que estuviéramos juntos, uniendo nuestras vidas en matrimonio, te quería tanto que en ese momento me hiciste la chica más feliz, la emoción de un futuro a tu lado me hizo sentir la mujer más afortunada, siendo presa de todo lo que significabas y eras. Aprendí de tí lo que era estar enamorada.

Esos momentos ahora se sentían tan lejanos, aunque apenas habían pasado dos años. Al principio todo estaba siendo lo más maravilloso que estaba viviendo, me derretía con cada uno de tus besos por las mañanas y noches, aprendí de tí lo hermosa que era la vida. Pero aquella fantasía terminó más pronto de lo que esperaba, que era la vida completa. Los días comenzaron a ser monótonos, apenas y me mirabas, ya no me tocabas, llegabas cansado e ignorabas lo que con tanto esmero preparaba para tí, porque yo si te quería.

Sabía que eras alguien frío y distante con los demás, pero conmigo habías mostrado una fase que me encantaba y que pensé solo sería reservada para mí, pero me había equivocado. Lo supe el día en el que te ví sonriéndole cuando por preocupación de lo tarde que era te salí a buscar; ella era muy bonita, no lo negaría, su cabello de color llamativo era lo que más resaltaba, rosa. La mirabas como en algún momento me llegaste a mirar a mí, como me estás mirando ahora nuevamente, pero para tu mala suerte, el efecto ya no era el mismo.

Me pregunté en si ella sabía que estabas conmigo, ¿o es que me habías negado?, eso era aún más doloroso, ya que aún cuando muchos me cuestionaban el porqué estaba contigo, por lo poco cariñoso que eras, nunca negué el cariño que tanto te tenía.
Recuerdo como su rostro era iluminado por las grandes farolas que iluminaban el parque que se encontraba a solo unos kilómetros del departamento que compartíamos, hasta en eso habías sido un descarado, pero nada de eso importó más cuando te ví hacer lo que no deseaba ver, te acercaste y la besaste con mucho deseo, como lo habías hecho cuando me besaste a mí por primera vez.

En aquel momento un gran dolor inundo mi corazón, sentía como si realmente se estuviera rompiendo en mil pedazos; las lágrimas comenzaron a caer a mares por mis mejillas, incapaz de poder contenerlas. Mis piernas flaquearon y estuve por caer hasta que unos brazos me detuvieron, ni siquiera miré de quién se trataba, ni siquiera pude reconocer si se trataba de una mujer u hombre, solo me limité a esconderme en su hombro y llorar como una niña, con la intención de que no me pudieras ver, de que no pudieras ver lo mucho que estabas lastimando.

Después de aquello no recordaba bien lo sucedido, solo sabía que aquella persona me había acompañado a casa, me sentía como si estuviera ebria. Ni siquiera pude darle las gracias al estar avergonzada, no quería mirarlo por lo hinchado que debía estar mi rostro, además de que supuse debí ensuciar su ropa con mis lágrimas, solo al final supe que se trataba de un chico por su voz, que o estaba realmente afectada o estaba casi segura que lo había escuchado antes. Bueno, eso no importó en aquel momento aunque debí poner más atención.

Apenas me había adentrado al departamento me sentí asfixiada, el silencio que inundaba el lugar me comenzó a ahogar. Me levanté y caminé hacia nuestra habitación, quería correr y salir de ahí, pero tenía que pensar racionalmente y no solo por mis impulsos, así que me adentré a la cama y seguí llorando como una niña abandonada hasta que me quedé dormida, ni siquiera escuché cuando llegaste y cuando te fuiste, por lo que ni siquiera supe si realmente habías llegado, pero ya no me importaba, habías matado el cariño que tanto te tenía. Los días siguientes me negué a salir, estaba tan deprimida que mi aspecto estaba empeorando, por lo cual tus rechazos se intensificaron. Los únicos momentos en los que salía era cuando tocaban la puerta, eran bastante insistentes así que para poder calmar el estrés que me provocaba el ruido de la puerta tenía que salir a regañadientes, pero cuando abría nadie estaba, solo una bolsa con comida, siempre era así, por un momento creí que eran de tu parte, pero supe que no era así cuando llegabas molesto por no haber nada para cenar, aunque no tenías porque enojarte cuando antes no tocabas lo que te preparaba.

"Un mes para disfrutar"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora