Capítulo 15 | Espejos rotos

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Los pajaritos gorjeaban "levantate Anne, un nuevo día ha comenzado". Ella sentía que eso la animaba y le daba más fuerzas, pero cada vez que intentaba levantarse de su cama, fracasaba. Para peor, su período acababa de llegar y estaba famélica y débil. Pero debía esperar a Marilla para poder bajar ayudada.

No quedó otra que sentarse a esperar.

Pero hubo que esperar bastante.

Bueno, no hubiera sido problema para Anne, ya que la soledad siempre era lugar para sus pensamientos más descabellados, pero ahora sí había un problema, y era que Anne estaba tranquila pero su estómago no. Necesitaba saciarlo cuanto antes.

-Gracias a Dios, Marilla. Ya estaba empezando a inquietarme.

-Creí que seguías durmiendo así que no me preocupé en apurarme -intentó excusarse Marilla, quien en el fondo sabía que Anne había despertado luego de escuchar lo que debió ser la caída de la muchacha sobre el piso de madera, pero estaba demasiado ocupada como para subir a verla.

-Casi me pongo a discutir sobre mitología griega con los pajaritos -bromeó la pelirroja.

Marilla hizo una mueca de desagrado pero en su interior rió por las ocurrencias de la innata soñadora.

-Ahora sí, comé esta porción de tarta que te traje así cobrás fuerzas y bajamos.

Anne obedeció y en cuestión de segundos se hubo devorado dicha comida.

-Hoy podrías ir a reposar al jardín un rato, mientras hacés algo productivo. El día es lindo y si no tomás tiempo al aire libre durante muchos días te vas a enfermar -, casi refunfuñó Marilla mientras bajaban como podían las escaleras.

-No te preocupes, Marilla. Lo haré -rió Anne. - De igual forma planeaba hacerlo. Anoche supuse que hoy sería un buen día porque el cielo estaba despejado y corría una suave brisa, por no decir que susurraba.

-De nuevo con tu cabeza en las nubes, concentrate en los escalones o nos caeremos las dos, y no queremos eso.

Como sabemos, Marilla tenía cierto límite de tolerancia hacia las ocurrencias de su hija adoptiva, pero, aunque para ella misma se decía que no, cada día se acostumbraba más. Al fin y al cabo, hacía años que la habían adoptado, y la niña había madurado muchísimo. Marilla estaba algo orgullosa de la crianza que le había dado a la pequeña. Era algo que secretamente se permitía sentir, ese orgullo.
Por su parte, aunque tampoco lo expresaba abiertamente, Matthew también lo estaba, siendo que no había formado ni la mitad de la parte de la crianza.
En realidad todos y cada uno de los habitantes de Avonlea que habían tenido sus respectivos tratos hacia con Anne, habían manifestado un gran cambio comparado con lo que eran sus vidas antes de la llegada de la pelirroja soñadora.

-Te traeré la mesita de mimbre con tus costuras y bordados para que te entretengas.

-Oh Marilla, y por favor, traeme el libro de obras de Shakespeare que está en el estante del comedor. Es un día especial para un buen drama shakesperiano. Bueno, siempre es un buen día para leer Shakespeare. Tal vez depende el día para...

Marilla entró a buscar lo pedido, apurada por desaparecer de escena, una de las doscientas escenas soñadoras diarias de Anne. Tenía demasiadas ocupaciones como para escuchar otro de sus inventos.

Agarró todo lo que necesitaba y volvió a salir.

-...tal vez si Julieta hubiese dejado una nota, las cosas no habrían sucedido de la forma en que sucedieron. ¿No es cierto George?

-¿George? -Marilla dejó escapar sus pensamientos junto con un sobresalto -. ¿Quién era George? ¿Qué hacía en el jardín a tales horas de la mañana? ¿También era una nueva víctima caída en las redes de la incansable Anne?

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⏰ Last updated: Aug 02, 2023 ⏰

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𝐥𝐚 𝐝𝐨𝐮𝐥𝐞𝐮𝐫 𝐞𝐱𝐪𝐮𝐢𝐬𝐞 - 𝑎𝑤𝑎𝑒 Where stories live. Discover now