𝐅𝐑𝐈𝐄𝐍𝐃'𝐒 𝐔𝐍𝐓𝐈𝐋 𝐃𝐄𝐀𝐓𝐇┃(Book 1) Laughing Jack

𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 գ

CAPÍTULO GORE

Scarlett Jhonson

UNA SEMANA DESPUÉS...

Ha pasado una semana completa desde que llegué aquí, o más bien desde que me secuestró ese payaso.

Extraño mucho a mi mamá.

¿Cómo estará?

Es lógico que está triste y desesperada buscándome. Pero yo haré hasta lo imposible para escapar de aquí.

He querido escapar hacia el bosque que rodea el circo, pero está tan oscuro por allá que no se vé nada. Me dá un poco de miedo encontrar algún otro monstruo igual o peor que Jack, o temo perderme y vagar para siempre en la infinita oscuridad del bosque.

Pero si no es eso, entonces, ¿Qué hago?

Desde aquélla noche Jack no ha vuelto a tocarme y eso me alivia mucho porque aún sigo lastimada, fue muy rudo, no quiero que vuelva a hacerme daño. Pero sí me ha obligado a hacer cosas aterradoras; Limpiar la sala de tortura o el “cuarto de juegos” como lo llama Jack. Ahí limpio y recojo cuerpos terriblemente mutilados, sangre, órganos y vísceras cuando Jack termina de “jugar” con sus víctimas.

El otro día me obligó a hacerle... Sexo oral delante de una de sus víctimas.

Me sentí tan humillada y destrozada.

Es realmente asqueroso y aterrador, y si no obedezco sus órdenes temo que me castigue llevándome a la mesa de tortura.

De hecho hace un rato lavé el baño y solté un grito de horror al encontrar una cabeza con la lengua de fuera y sin ojos en la taza del baño. La cabeza ya estaba en estado de descomposición.
Me dió asco y miedo tomarla para tirarla y poder asear el baño.

De hecho, el baño quedó muy limpio porque estaba cubierto de sangre y restos de carne en algunas partes. Siempre termino bañada en sangre después de limpiar este lugar.

Por cierto, no he visto a Jack en todo el día, mejor para mí. Ojalá esté muerto el infeliz.

—¡¡¡AAAHHH!!! ¡¡AYÚDENME, POR FAVOR!!—Escuché a lo lejos los desgarradores gritos de un hombre.

Salí de la cocina para ir a investigar de quién son esos gritos. Se me hace raro que sean gritos de un adulto porque Laughing Jack siempre trae aquí niños o adolescentes para “jugar”.

Escuché de nuevo los gritos, pero en la sala de torturas y me dirigí con cautela hacia allá.

Una vez que llegué ahí, abrí con temor la puerta y entré. Lo primero que ví al entrar fue a un hombre atado de pies y manos y desnudo en la mesa de tortura, se retuerce con desesperación y tiene el rostro cubierto con un trapo.