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En el momento en el que me dio la espalda sentí que no debía dejarlo ir. Su mirada estaba opaca y me arrepentí de mis palabras en el momento en el que las dije. No era incompetente, era una de las personas más dedicadas que conocía. Pero había tenido que actuar así por Kayle. Él no lo sabía, pero esa petición, que no fue una orden, yo lo sabía y entendía perfectamente lo que quería decir, en el colegio, rodeado de profesores que instruían a los hijos de los nobles y políticos... no podía dejar que mi hija pareciera débil, manejable. Esa petición no se interpretaría como tal, y lo que había pasado allí correría como la espuma.

Debía arreglarlo. Traté de decirle con la mirada que me siguiera el juego a pesar de que mi voz era firme pero no pareció entenderme. Debí seguir con el papel de monarca con un súbdito al que había cometido una falta hacia la corona a pesar de que no me estaba entendiendo.

Pero no me di cuenta. No me di cuenta de que eso último lo había herido más de lo que quería.

Algo en los ojos de todos me alarmó más de lo que ya estaba. Había visto impotente como Jisung sacaba a Kayle en brazos a toda velocidad, cosa que me puso los pelos de punta nada más llegar al colegio. Cuando me aseguré de que mi hija estaba bien había ayudado con la evacuación de los últimos niños del patio, corriendo más rápido que ninguno. Tuve que luchar contra el terror y atacar, destruir aquella cúpula de aire antinatural que sostenía los escombros sobre nuestras cabezas. Jamás creí que aquello fuera posible si no lo hubiese visto con mis propios ojos. Felix era terrorífico. Que alguien pudiera manejar ese tipo de poder y controlarlo, darle forma como para hacer aquello... Después el otro brujo, JeongIn, también había hecho alarde de sus poderes prendido el techo en unas llamas azules que volvieron cenizas los escombros del techo en menos de cinco segundos. Intuí que si no hubiese hecho aquello en ese momento, quizá el techo derruido le hubiera caído encima al brujo de aire.

Lo había visto en el momento en el que me cargué tan rápido como pude a esos cinco chicos. Estaba de rodillas apretando los dientes, soportando el peso del techo él solo. La sangre le goteaba de la nariz y manchaba el cuello de su suéter, gemía del esfuerzo y yo lo único que podía hacer era sacar a los chicos de ahí abajo lo más rápido que pude. Luego se derrumbó en el suelo, rodeado del sol de la tarde, un lugar al que no podía llegar.

"¡Levántate!" Gritaba en mi mente mientras lo veía limpiarse la sangre con el antebrazo. "Por Dios, que esté bien..." Se tambaleaba y sus piernas se veían débiles pero parecía estar bien.Después, lo que tenía intención de hacer, reconocer su buen trabajo, había sido truncado por la inocente petición hacia Kayle y había sido peor cuando ella asintó aceptando la orden.

No me quedó de otra. No mientras el resentimiento con los brujos estaba tan arraigado en los altos cargos vampiros tanto como lo había estado en mi propio proceder hasta hace unas semanas. Hasta que ese brujo que había derramado su sangre para salvar a los hijos de los mismos vampiros que odiaban a su raza.

Pero eso él no lo sabía. Y si lo supiera, sabía que habría hecho lo mismo.

Quería salir detrás de él, pero no podía. No cuando acababa de renunciar a su trabajo, no cuando, para el resto de los que nos observaban, a mí me daba igual.

Justo al lado de donde nos encontrábamos había una sala desocupada. Entramos y cerramos la puerta.

—Informe. —Ordené a mis generales.

—La evacuación fue realizada con éxito. Todos los niños están bien. Algunos un poco nerviosos y otros emocionados por la aventura. Pero en general todos bien. —Respondió Hyunjin con las manos detrás de la espalda y voz contenida.

—Encontramos los explosivos en el último momento, justo cuando la cuenta atrás ya había empezado. —Agregó Jisung.

Me apoyé en una mesa grande con los brazos cruzados. Escuchaba y asentía, pero mi mente estaba en cierto brujo rubio, cuyas pecas adornaban su rostro y cuello. Al sostenerlo contra mi pecho, en el momento en el que Kayle lo abrazó, sentí sus signos vitales: pulso acelerado, piel pálida, fría y húmeda, debilidad muscular, y temblores típicos de una bajada de azúcar.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Where stories live. Discover now