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No pensaba achacarme el mérito de que hubiera salido de su despacho. Pero simplemente me alegraba no encontrarlo en él. Ahora el problema era que no sabía donde encontrar al líder del aquelarre.

Después de dejar a Hyunjin con los chicos en su habitación me encontré con Changbin en el pasillo algo alterado y tan despistado que tuve que detenerlo cuando pasó por mi lado sin darse cuenta. Su brazo descubierto no me pasó desapercibido, tampoco el olor a hierbas que desprendía la arcilla extendida en el antebrazo. Conmigo y a solas su comportamiento era el de un hombre normal, no un Rey, pero esa noche tenía el piloto automático.

Me lo llevé a mi habitación y lo hice hablar. Era su hermana pequeña, pero a veces me sentía en la obligación de proteger la salud mental de mi hermano. A pesar de que yo tampoco estaba del todo bien por la vista de Hyunjin demacrado, lívido e inerte cargado por Jisung y Minho. No se despertó en ningún momento a pesar de que a cualquiera que lo hubieran cargado así estando dormido, se hubiera despertado. No, aquel no era un sueño normal.

Changbin me contó que lo habían herido esta noche en el brazo y que, debido a que esta vez habían usado métodos menos violentos, había estado expuesto al veneno demoníaco por más tiempo del normal. Félix se había ofrecido a curarlo con una cataplasma que usaban los brujos y parecía sentirse mejor después de eso.

Pero si creía que me iba a tragar el cuento de que estaba tan afectado solo por eso, es que me creía estúpida.

No tardó en contarme que estaba dudando de si lo había hecho bien con respecto a las patrullas. Y luego entendí lo que decía. Parecía que esta noche mi hermano se había dado cuenta de que llevábamos diez años perjudicando a muchos. Los brujos se habían fortalecido de una forma que no esperábamos porque simplemente no nos interesaba mirar hacia ese lado. Se habían vuelto más fuertes, ahora no eran solo paladines, ahora eran guerreros también. Y a pesar de que no eran guerreros vampiros, JeongIn, el brujo de fuego con cara de zorro había protegido las espaldas de Hyunjin en un momento crítico con sus propias manos. Eso no hubiera sido posible hace diez años. Ellos habían seguido haciendo lo que hacíamos entonces mientras que nosotros no teníamos de otra que luchar contra los demonios matando el recipiente creyendo que así también moriría el demonio.

Parece ser que eso también había sido un error. Las calles estaban infestadas de ellos en parte porque nosotros nos habíamos alejado de los únicos que podían matarlos de verdad.

Y las incontables vidas brujas que se habían perdido esos primeros años...

Suspiré mientras recorría los pasillos del aquelarre tenuemente iluminados por llamas en lamparitas.

La expresión de mi hermano era neutra como siempre, pero no actuaba como siempre. Parecía que esta vez, las palabras de Félix habían calado en él. Yo era conciente de que el brujo movía recuerdos en la cabeza de Changbin que él no quería que moviera. También sabía que desde que había aparecido en su vida, mi hermano estaba más nervioso, distinto. Todavía no lograba a discernir si aquello era para bien o para mal. Por el momento lo había hecho recapacitar en algo que hacía años que nadie podía hacerlo cambiar de idea. Ni siquiera yo.

Un pequeño duendecillo transparente de humo verde me saludó desde la barandilla de ladrillos en la que estaba sentado con las piernas cruzadas.

Parpadeé para asegurarme de que estaba viendo bien.

Tenía un gorrito en la cabeza que tenía toda la pinta de ser una flor cortada de alguna planta y sus orejitas puntiagudas me daban ternura. Alcé la mano para devolverle el saludo y se llevó las manos a la boca con los ojos abiertos. Sonreí y seguí mi camino.

Esperaba encontrarme con alguien en algún momento para preguntarle donde estaba Chan. Pero no había nadie. Al menos aún no.

El duendecillo corrió a mi lado sobre la barandilla de ladrillos, dando saltitos para llamar mi atención. No sabía qué hacer ante esta situación.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Where stories live. Discover now