Capítulo 8: Cuidado

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Resumen:

¿Y si te tomas unas vacaciones de hacer las preguntas difíciles, y simplemente disfrutas de la ilusión?

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Sin sentido, se mueve de un sillón a otro, sin importarle nada mientras permanezca en el regazo de Lan Zhan, estrechamente abrazado a él. El Dr. X comienza las sesiones diarias con preguntas generales, estableciendo una base de comprensión. El estudio detallado de las fotos de las lesiones dirige su diálogo, explora la perspectiva de Lan Zhan cuando Wei Ying es incapaz de responder. Cada sesión hace estragos en su ser, y termina con Lan Zhan devolviéndolo a la seguridad de su nuevo hogar, para devolverle una cierta ilusión de estabilidad mientras su cuerpo, su corazón y su mente se recomponen lentamente.

Mientras el sol reina desde arriba, es capaz de mantener a raya a sus demonios, satisfecho de revolcarse en la atención de Lan Zhan. Sin las tormentas emocionales, Wei Ying sigue sintiéndose como si viviera en un sueño. Todas sus necesidades están satisfechas, el objeto de su afecto secreto, su compañero constante. Este ideal se mantiene gracias a su reticencia a liberar la multitud de preguntas que rebotan en su cabeza. ¿Por qué lo acogió en su casa? ¿Y con la universidad? ¿Cuál es la situación con los Jiang? ¿Qué soy yo para ti? ¿Cuándo me vas a echar? Ignora todos estos pensamientos en favor de ser abrazado, de la poesía leída en voz alta por una voz tranquilizadora, de las melodías tejidas solo para su placer y de los baños de espuma.

Sin duda, su aspecto favorito de esta ilusión son los baños de espuma. Después de la primera noche, que no recuerda, la gran bañera de mármol se convirtió en un nuevo objeto de afecto. Debilitado por su estado de ánimo, tuvo la audacia de sugerir a Lan Zhan que se uniera a él la noche siguiente, y así lo hizo. En cualquier otro momento, Wei Ying habría hilvanado un escenario sensual y desvergonzado con esta circunstancia, pero la realidad es que su cuerpo aún lleva heridas abiertas que son constantes recordatorios de su estado. En cambio, satura su alma con el contacto físico que Lan Zhan le ofrece libremente, con suaves caricias y cuidadosos masajes para calmar sus anudados músculos.

Es cuando la luna brilla intensamente cuando sus demonios vuelven a la vida aullando, girando a su alrededor en busca de puntos de entrada. El miedo, el desprecio por sí mismo, las dudas y la apatía que adormece la mente chocan contra su alma cuando está tratando de descansar, invadiendo como pesadillas que lo despiertan. Su única protección son los brazos que lo sujetan con fuerza, las manos que acarician su rostro cuando las lágrimas caen y el suave susurro que siempre repite: "Estoy aquí".

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