Capítulo 3: Dolor

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Resumen: 

¿Y si Lan Zhan tiene el coraje de pedir lo que realmente quiere de Wei Ying? ¿Y si Wei Ying dice que sí?

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Wei Ying parpadea, seguro que está soñando. Intenta incorporarse, pero el dolor le recorre el cuerpo, provocando un torrente de lágrimas en su cansado rostro. De alguna manera, finalmente había logrado destruir el único tesoro intacto de su vida.


Se sobresalta cuando unos elegantes dedos le limpian las lágrimas, deslizándose por su rostro enrojecido, apartando el pelo de sus ojos para colocarlo detrás de la oreja. Su cuerpo se estremece cuando se le escapa el aliento, llevando consigo una fracción de su dolor y miseria.

Los recuerdos se agolpan en su mente, como reflejos en los espejos distorsionados de una feria, perturbadores: la nieve cayendo sobre un puente helado, la sangre, un cuchillo, el congelamiento hasta el entumecimiento, el pánico interrumpido por una corriente de imágenes, la retirada. Cuando empieza a hundirse de nuevo en la oscuridad que lo consume, una mano fuerte lo aparta suavemente del límite, abrazándolo para susurrarle: "Estoy aquí".

Su voz es áspera por el llanto y el frío, "Gracias, Lan Zhan. Lo siento".

Más firme que su susurro, no invita a discutir: "No es necesario las disculpas, nunca entre nosotros". Un silencio se prolonga, como una respiración contenida demasiado tiempo antes de exhalar, "¿Te quedarás?"

La confusión tensa los músculos de su maltrecho cuerpo, la esperanza y la vergüenza luchan por el control de sus palabras. "No lo entiendo. Vuelvo a no tener hogar, ¿por qué me quieres aquí? No merezco tu amabilidad, encontraré la forma de destruir tu vida también". Mantiene los ojos fuertemente cerrados mientras trata de acurrucarse en sí mismo, limitado por los brazos que lo sostienen.

"¿Te quedarás?" Lan Zhan repite, añadiendo con menos confianza: "¿Dejarás que te cuide? ¿Harás lo que te diga? Déjame ser tu fuerza mientras te curas, haz de este tu hogar".

Ahora Wei Ying está seguro de que está soñando, un viejo sueño familiar en el que Lan Zhan le abre los brazos de forma atractiva en lugar de alejarse con rigidez. Quiere quedarse atrapado en este momento, como el día de la marmota, el tiempo enlazado con la cálida voz que le pide que se quede.

"Wei Ying, ¿cuál es tu respuesta?" La voz es más fuerte, insistente, casi suplicante.

"Lamentablemente, Lan Zhan, soy un alma débil y egoísta. Sí, lo que queda de mi vida es tuyo, haz lo que quieras". No ve la oleada de alivio que recorre las facciones de Lan Zhan, pero sí siente que los brazos que lo rodean lo acercan. Roto y vacío, Wei Ying abandona sus preocupaciones para caer en un sueño sin sueños, acurrucado bajo una montaña de mantas.


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Finalmente Para SiempreWhere stories live. Discover now