Parte 18: Oscuridad

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Lilian estaba leyendo animadamente una novela de terror que había hallado por casualidad entre sus cosas. Le resultaba gratificante poder desprenderse un rato del mundo real para perderse en las líneas de un relato tan bueno. Prefería ser testigo de las desventuras de los personajes del libro en lugar de preocuparse por el terrible Juego en el que estaba inmersa.

Cheshire, acostado en la cama al lado suyo, ronroneaba pacíficamente con los ojos cerrados. A pesar de su aparente estado somnoliento, el gato mantenía las orejas levantadas en total estado de alerta. Detectaba una acumulación especialmente fuerte de energía espiritual en algún punto de la ciudad, pero eso no era lo único que lo inquietaba.

―Supongo que ya es hora de dormir ―dijo Lilian, dejando el libro en una mesilla cercana―. ¿Qué dices, Cheshire? Ah, ya te has adelantado.

La chica se levantó de la cama y se estiró. Estaba muy cansada, pero aun así no podía romper su tradición de tomar una ducha nocturna, incluso si ya se había dado una justo después de llegar a su casa. Afortunadamente, contaba con un baño personal en su habitación, por lo que podía seguir su rutina sin molestar a su familia.

Mientras preparaba sus enseres escuchó que su celular, tirado a los pies de la cama, emitía un fuerte pitido. El sonido alertó a Cheshire, quien se arrastró perezosamente mirando el aparato con curiosidad. Lilian tomó el móvil y se sorprendió al descubrir que Viper le había mandado un mensaje. Le pedía que se reuniera con ella dentro de una hora en la plaza de la ciudad ya que tenía que contarle algo muy importante sobre el Juego del Embaucador. Añadía que era mejor no avisar a nadie más del asunto, ya que el ente cósmico podría tomar represalias si llamaban mucho la atención.

Lilian no pudo evitar titubear ante la imprevista invitación. No se consideraba amiga de Viper, con quien apenas había hablado desde el comienzo del Juego, y le sorprendía que no recurriera primero a Ericka o Joseph, con quienes parecía ser más cercana. A pesar de todo, si realmente lo que ella quería decirle estaba relacionado al Juego, era trascendental aceptar la reunión sin poner excusas. Con esa certeza en mente, respondió con un mensaje rápido y se apresuró a ingresar al baño para ducharse cuanto antes.

Cheshire, atento a todo lo sucedido, se acercó al celular lentamente y lo pisó con suavidad. No necesitaba conocer la clave para desbloquear el aparato, ni dedos para manejarlo, ya que con simples impulsos electromagnéticos podía controlar todas sus características. De esa forma, siguiendo las instrucciones enviadas mentalmente por su ama, la criatura de ojos amarillos, pudo concluir su cometido satisfactoriamente.

Luego de unos minutos Lilian terminó de ducharse y, tras ponerse ropa casual, estuvo lista para partir a la reunión. Dejó a Cheshire aparentemente dormido en su cama, y se apresuró a salir de su casa. Era tarde, pero confiaba en que las líneas de tren que conducían a la estación cercana a la plaza aún estuvieran funcionando. Por lo demás, esperaba que Viper le dijera rápido lo que quería, o de lo contrario tendría muchos problemas para regresar a su hogar.

Consiguió llegar a su destino sin complicaciones a la hora indicada, pero le resultó sumamente extraño encontrarlo silencioso y tranquilo. Considerando los diversos negocios que existían por los alrededores, el lugar se caracterizaba por su alto grado de actividad tanto durante el día como por la noche. Había aceptado reunirse allí precisamente por la seguridad que le causaba estar rodeada de personas, pero viendo lo desolada que estaba la plaza comenzó a sentir una incómoda inquietud.

―Que agradable coincidencia, Lilian ―susurró Viper, a unos cuantos metros de ella.

―Tú me pediste que viniera ―contestó la chica, sobresaltándose por el repentino saludo―. ¿Qué... querías decirme?

―Nada en especial.

Lilian quedó con la boca abierta. Frunció el ceño, pero más que sentirse enfadada por la aparente broma que la había obligado a salir de su casa tan tarde, estaba cada vez más atemorizada.

―Entonces, si no tienes nada que decir, me iré...

―No te puedes ir ―Viper ladeó la cabeza―. No pensé que iba a ser tan incómodo... De alguna forma siento que será como eliminarme a mí misma...

Lilian retrocedió un paso con cautela. Viper siempre se había mostrado abiertamente como una persona extraña y difícil de entender, pero en ese momento su excentricidad había alcanzado el límite. Mantenía un gesto de burlona diversión en el rostro y había comenzado a acercarse muy lentamente. Lilian, con un nudo en la garganta, recordó que había visto ese comportamiento en los documentales sobre depredadores dispuestos a acabar con sus presas.

―¡Allí están! ―exclamó una voz en la lejanía―. Eh, empezaron la reunión nocturna sin nosotros.

Lilian y Viper desviaron la mirada, sorprendidas, y descubrieron a Edward y Hans caminando hacia ellas por una de las calles que conectaban con la plaza.

―Vaya viaje, aún tengo el estrés en los huesos ―comentó Edward al acortar la distancia, tras lo que miró a Viper―. Así que te dignaste a regresar, Lolita Gótica. Hicimos tu parte del trabajo en el reto anterior, nos la debes.

―Nos encontramos a Cheshire en el camino ―dijo Hans, con el gato cargado en los brazos.

Lilian recibió al animal y, aún asustada, se refugió tras Edward y Hans. Ambos la miraron con desconcierto, para luego interrogar silenciosamente a Viper. Ella, como simple respuesta, soltó una cantarina carcajada burlona que se extendió durante varios segundos.

―Pensaba dejarlos vivos a ustedes hasta sacarles provecho ―dijo la gótica chica sin dejar de reír, apartando el mechón verde que le caía sobre el rostro―. Pero esta coincidencia es increíble. Yo no los llamé.

―No, fui yo.

Todos voltearon a ver el origen de aquella voz y se toparon con un curioso espectáculo. Eran gatos. Una cantidad inconmensurable de gatos de diversos tamaños y colores, todos con amenazadores ojos dorados. Pero, además de los felinos, también rondaban cerca grandes criaturas cuadrúpedas cuyo pelaje de tonalidad variante las hacía difíciles de distinguir. Y, entre toda la manada de animales y bestias, destacaba una peculiar figura que se camuflaba con el oscuro entorno hasta el punto de asemejarse a una difusa sombra con dos brillantes fulgores amarillos a modo de ojos.

―Esto es... ―Viper levantó las cejas, muy sorprendida, pero al instante volvió a soltar otra carcajada―. ¡Increíblemente interesante! Así que tú eras la cosa que estaba observando... Me sorprende que hayas decidido salir justo en este momento.

Mientras la chica hablaba, los gatos y bestias felinas habían rodeado al grupo, llenando la plaza por completo. Unos pocos se mantenían expectantes encima de los techos de los edificios y casas cercanas, mientras que otros obstruían las calles y avenidas circundantes, todos con las garras desenfundadas y los colmillos al aire. Pero la gran mayoría se había posicionado alrededor de la criatura de ojos amarillos, con la intención de actuar como escudo de carne de ser necesario.

―Retírate ahora, ente demoniaco. O atente a las consecuencias.

―¡Vaya! Eres muy pretenciosa para ser una simple deidad falsa.

―Reconozco mi inferioridad de poder ante ti ―espetó la criatura de ojos amarillos con una voz suave y vibrante, similar al ronronear de un gato―. Pero sabes que tus acciones atraerán al Embaucador, además de captar la atención del sirviente del caos que ronda cerca.

Viper detuvo su risa al instante y ladeó la cabeza, con el rostro inexpresivo. Luego de unos segundos suspiró y se encogió de hombros.

―De todas formas, a todos les gustan los finales complejos.

Tras decir ello, la chica dio media vuelta y comenzó a caminar tarareando una discordante melodía. Los felinos rompieron filas ante su paso, visiblemente intimidados, mientras la seguían con una atenta mirada hasta verla desaparecer tras una esquina. Ya sin Viper en las cercanías, la criatura de ojos amarillos dirigió su atención a los anonadados miembros del Club que aún estaban en el lugar.

―¿Y tú...? ―dijo Edward, colocándose por delante de sus compañeros mientras hacía acopio de toda su valentía―. ¿Eres de los buenos... o de los malos?

El Club del TerrorWhere stories live. Discover now