Mi mejor amigo (Percabeth One Shot)

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Esta historia se sitúa en La Batalla del Laberinto.

Annabeth POV.

No sabía por qué lo había besado. 

El recuerdo de sus labios permanecía en mi mente, aún después de todo lo que sucedió. 

Estaba arrepentida de no haberle besado antes. Dioses, después de hacerlo, sólo quería repetirlo una y otra vez.

Había llegado al campamento desde hace un par de días, sin él. Parte de mi, la parte no lógica; la parte que los mortales conocen como sentimientos, decía que él era Percy Jackson, debía volver a casa. Tenía que hacerlo. Pero la parte que conocía mejor, mi parte lógica, gritaba en mi interior que nunca volvería a verlo. 

Y eso me estaba destrozando. 

En la noches, usaba mi gorra de invisibilidad para escabullirme en su cabaña. Muchas veces me quedaba dormida entre sus sábanas, mientras el olor a sal de mar, su olor, me rodeaba. 

No soy el tipo de chicas que llora. En realidad, hasta entonces, no recordaba la última vez que había llorado. Pero... habían pasado 2 semanas desde que lo había visto por última vez. 

Quirón entró a la cabaña de Atenea, y pidió hablar conmigo. 

—Annie... Nadie le ha encontrado. La búsqueda se ha cancelado, el Sr. D ha decidido que Cro... Bueno, que hay amenazas más importantes.

—Pe-pero... ¡No pueden rendirse! ¡ÉL SE SACRIFICÓ TANTAS VECES PARA SALVARLOS! —grité, sabiendo que estaba armando una escena. 

Quirón me abrazó; él era como un padre para mi. Sollozé en su torso, ya que él era, por mucho, más alto que yo. 

—¿Annie? —susurró unos minutos después— Debes dejarlo ir. Esta noche es la ceremonia de despedida, queremos que tú seas la que tenga los honores. 

Luego de unos minutos, él se fue, y me dejó sola; le había dicho que viniera a por mi cuando la ceremonia empezara, pues no tenía ánimos para hacer ninguna actividad. 

Así que me encontraba sola en la cabaña, acostada boca abajo, en la cama; pensando en él. 

Recordé la primera vez que lo vi, las primeras palabras: "Tiene que ser él". Era irónico ahora, ya que esa frase tenía tantos significados. 

Era él, el heroe del Olimpo. Era él, el hijo de uno de los Tres Grandes. Era él, mi mejor amigo. 

Cerré los ojos, y sin darme cuenta, Hypnos me llevó. 

Estaba en un jardín, rodeada de rosas, desde la Moschata, Gallica hasta la Rugosa, y otras variedades. Flores que sólo crecían en cierto lugar, y flores permitidas sólo para las divinidades. 

Árboles, cristales por todas partes. Todo el lugar era un mosaico de colores. 

Salí de allí, y me encontré en una playa. Mi mente hizo clic; una isla, jardines con flores raras... 

Ogigia, el lugar de castigo de Calipso, la ninfa, hija de Atlas. Allí iban a parar los héroes, y sólo podían salir si se enamoraban de ella. Ese era su castigo. Ella también se enamoraba, y al final, la abandonaban. Así, una y mil veces, por la eternidad. 

Vagué un rato por los jardines, hasta que encontré la entrada de una pequeña cabaña/casa; Calipso se encontraba allí, en la entrada. Al menos, creía que era ella. Su cabello era del color de las avellanas, y sus ojos también. Su tez era clara, y sus facciones denotaban preocupación. Escuché un grito agudo de un chico, y ella también pareció esucharlo, porque se levantó y corrió dentro. 

Hice lo mismo, y tendido en un improvisado camastro, se encontraba Percy, malherido. 

Esuché golpes en la puerta, y supuse que era Quirón. No lo había notado, pero mi rostro estaba cubierto de lágrimas. Las limpié y salí. 

Sólo fue un sueño... no significa que sea cierto. No podía permitirme ilusionarme. 

Luego del algunos discursos de despedida, me entregaron la mortaja de Percy. 

Era azul, con el tridente de Poseidon bordado en hilo de oro. 

Sonreí, si él estuviera aquí, haría bromas acerca de que esta era mucho mejor que la mortaja que le habían confeccionado los hijos de Ares años atrás. 

Miré al bosque, donde una mancha negra se acercaba. Cerré un momento los ojos; ya me estaba volviendo loca.

Los abrí una vez más, para ver a un chico con el cabello despeinado, y múltiples cortes a medio sanar por todo el cuerpo. 

Una sensación... Miento, no. 

Miles de sensaciones me rodearon. Estaba el alivio, el gozo, el enojo... y al final de todo, los celos. 

Todas las personas se giraron, y yo corrí a él. 

Quería besarle, dioses, moría por besarle. Pero estabamos al frente de todo el campamento, y él... Tenía la sospecha de saber en dónde se había encontrado este par de semanas.

Así que lo abracé, y él me devolvió el abrazo. Se sintieron unos cuantos segundos, y realmente no quería alejarme de él, nunca más. Me hice la pequeña promesa de que si él volvía a desaparecer de esa forma, le haría una llave de judo o algo. 

Quirón tosió, y nos separamos, con un tono rosa en las mejillas. 

Percy explicó todo, pero no mencionó el lugar de donde venía con exactitud. 

Y allí lo supe, no fue un sueño, fue una visión. Él había estado allí, se había enamorado de ella y él la había abandonado. 

Parte mi sintió pena por ella, enojo por él. Y otra parte de mi, sintió alivio. 

Él era mi mejor amigo, y no me imaginaba perderlo. No quería perderlo.

One Shots Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora