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CAPÍTULO 5: NUEVOS ALUMNOS.

¡Que hermoso es volver a la escuela!

Luego de un horrible verano lleno de todos los Doritos que yo quise, total tiempo libre, cientos de maratones y... ¿se me olvidó algo?, oh sí, haber estado encerrada en mi casa leyendo sin parar.

¡Buh, qué montón de basura, arriba la vuelta a clases!

Por si no quedó claro, fui sarcástica en cada letra de cada palabra dicha, incluídas las comas y todo lo que haya entrado en aquel párrafo tan ridículo.

Siempre odié la escuela, y no porque mis calificaciones fueran un problema ya que eran todo lo contrario, pero  como vieron, yo era única. Mientras que algunos extrañaban la escuela, querían regresar con ansias y luego se arrepentían de ello, o incluso también existía la clase de gente que amaba las clases durante todo el año, bueno, yo nunca la extrañé, ni siquiera un poco.

No había nada allí dentro que me incitara a hacerlo en toda mi vida, es decir, los estudios a fin de cuentas pueden hacerse en casa y está comprobado que resultan ser igual de eficientes, ¿así que por qué venir a una institución llena de chicos pervertidos y chicas hormonales?, sí, tal vez por los amigos, ¿pero qué pasa con quienes no los tienen ni los han tenido jamás?, yo era una de esa pequeña parte del mundo.

Claro que exceptuando a Zane, aunque a él podía verlo muchas veces en cualquier lugar y cualquier momento, pero luego el resto de personas como Kristen, Olivia, Micah, Jackson, Dean y Tate solo las veía únicamente en la escuela o en todo lo que tuviera que ver con esta, como en la fiesta, por ejemplo.

Obviamente los quería y mucho, pero yo era así, la escuela era algo que odiaba por instinto, y muchos de ustedes no podrían culparme por hacerlo tampoco.

Alejé mis pensamientos malhumorados y seguí caminando entre los estudiantes que circulaban, rumbo hacia mi casillero. Lo encontré enseguida, pero una alta figura estaba apoyada sobre él, aún así me acerqué.

—No sabía que este año tendría a alguien que vigile mi casillero.—Bromee al ver a mi mejor amigo con unos lentes negros puestos.

Zane se los quitó de mala gana y soltó una risa sarcástica que me pareció otra razón para burlarme de él, pero en lugar de eso me fijé en lo que llevaba puesto. Jeans de cuadros con un cinturón negro y una camiseta de mangas largas blanca. Los mismos piercings de sus labios y su característico cabello revuelto.

—¿Te gusta lo que ves?—Preguntó divertido haciendo un baile de cejas.—Apuesto a que sí.

—¿Sabes lo que es un peine?—Cité señalando el desorden de su cabeza, que aunque no le quedaba mal, debía vengarme.—Apuesto a que no.

—¡Oye, no juegues con mi punto débil demonio!—Chilló ofendido mientras se pasó los dedos por el cabello dos veces.

Reí ligeramente y Zane me fulminó con la mirada por un segundo, hasta que sin disimulo alguno sus ojos me recorrieron de pies a cabeza confuso. Tardé en reaccionar y cuando así fue, sentí un rubor en mis mejillas al entender el porqué de su mirada.

—Fue cosa de Miriam.—Expliqué molesta, viendo el vestido floreado que traía puesto.

Para empeorar el insoportable primer día de clases, mi querida hermanita menor me obligó a llevarme puesto un vestido. Su insistencia fue agotadora, estuvo alrededor de dos horas y media, desde que me levanté, regañándome porque jamás me vestí bien para la escuela y que debía cambiar eso ya que era mi último año, tenía que aprovechar los momentos y volverlos recuerdos inolvidables, bla bla bla. Básicamente, no tuve opción.

10 reglas para enamorarse [Pausada temporalmente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora