El lado oscuro del amor.

Capítulo 7: Mascota.

Notas: dibuje algo lindo de ellos, un kubo y nando decoran el capitulo.

Capítulo 7: Mascota.

Las sirenas policiacas llenaban aquel pequeño poblado, policías desconcertados miraban la masacre de aquella vieja granja, las vacas destrozadas, los residentes no estaban mejor, cabezas de ganado totalmente descuartizados, viseras esparcidas por todas partes, a la entrada de la puerta había un hombre o al menos la mitad de uno encontraron el brazo pegado a una escopeta lanzado más allá del pórtico y su cabeza cercenada junto a las escaleras, tres varones más en la sala completamente despedazados, cartuchos tirados por todas partes defendiéndose de la cosa que les hizo aquello, arriba en una de las habitaciones tres pequeños niños con las gargantas desgarradas era un escena horrible sobre todo para aquel pueblo tan pacifico.

- ¡Comandante! – grito uno de los policías acercándose al hombre mayor que miraba todo con consternación – hay dos mujeres desaparecidas, madre e hija – el comandante lo miro confundido, no comprendía como dos mujeres habían desaparecido sin dejar rastro, no ante todo esa barbarie.

- Revisen los alrededores, busquen con los vecinos, si ellas estaban aquí en el momento del ataque deben estar cerca, no pudieron desaparecer – ordeno de inmediato a sus hombres.

El tiempo se detuvo entonces, las sirenas dejaron de sonar e incluso las moscas se suspendieron en el aire, apareció entonces, enfundado en su capucha negra y sosteniendo su inigualable guadaña, la muertes camino lentamente por aquella casona, miro la destrucción confundido, aquellas almas que no estaban en su lista, reconoció los nombres de cada hombre ahí, hasta arriba donde los demás cuerpos se encontraban solo le dejaron más confundido, la muerte miro las caras llenas de horror de esos pequeños y desapareció, el tiempo volvió a correr, las moscas volaron hasta uno de los cuerpos y un policía salió a vomitar tras ver el lugar, el mundo siguió su curso.

Aquellas dos mujeres se habían esfumado de la nada.

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Hiro está aburrido, que digo aburridísimo si no es porque ya lo estaba desearía estar muerto, pero bueno cuando un dios candente de la muerte se le apareció y ofreció ser su pareja creyó que sería mucho más divertido que esto, ahora estaba ahí sentado en un estúpido trono de oro escuchando los pecados en vida de aquellas almas para enviarlos a su descanso eterno o sufrimiento, lo que merecieran, esto era mas aburrido que sus clases de secundaria.

- Adulterio con la hermana de su...

- Basta – interrumpió Hiro desde su trono, las personas no parecían entender así que repitió – ¡Basta! Estoy harto de esto – se levantó entonces para salir de ahí ante los ojos atónitos de las almas y demás dioses que le servían, las doncellas que debían abanicarlo y alimentarlo no dudaron en seguirle.

- Pero Emma sama – el viejo hombre corrió tras el junto a un sequito llevando los documentos que leía – su deber como el nuevo regente del Yomi es juzgar a las almas y castigar a las...

- No me importa – Hiro siguió caminando en un completo berrinche – no quiero seguir haciendo esto, creí que sería más interesante pero es aburridísimo, ni mis clases de robótica avanzada lo eran – se quejó y nadie comprendía ninguna de sus palabras, los viejos dioses rara vez comprendían de lo que hablaba su señor – Quiero a Miguel – dio un portazo tras portazo a varias puertas hasta que llego a donde quería – ¡tú! – señalo al pobre sirviente guardián de la puerta que usaban ahí para viajar de castillo a castillo en el reino de la muerte - ¿Dónde está Miguel? Debes saberlo eres quien anuncia su llegada – el pobre tipo solo negó con la cabeza.