Estaba siendo demasiado paranoica.

Pero supe que no eran solo paranoias cuando fui a la parte trasera del auto.

Porque allí, encima del baúl, había una fotografía.

La tomé con manos temblorosas y observé.

Allí estaba Mark, en una camilla de hospital, dormido y con la cabeza vendada. Era reciente, parecía ser de cuando Mark había sido golpeado. ¿Qué era esta foto? ¿Qué significaba?

¿Para qué ponerla sobre el auto de mis padres?

—¿Marie? ¿Qué es ese papel que tienes allí?. — Preguntó mi padre. Sacudí mi cabeza y escondí la imagen detrás de mi espalda.

—No es nada, solo un dibujo que estaba haciendo antes de que se cortara la luz. Olvidé dejarlo en la sala de estar. — Que excusa más pobre le había dado.

Pensé que iba a hacer más preguntas, pero solo me miró extrañado y luego se encogió de hombros.

—Vamos a dormir, ya es tarde.

Asentí y lo seguí, pues yo también estaba cansada. Pero sabía que no iba a dormir en paz a menos que contestara la pregunta que rondaba por mi mente. ¿De quién era el comentario en la imagen de la página?

Después de tranquilizar a mamá, quien esperaba en la sala de estar con una sartén en las manos como método de protección, ambos se despidieron de mí y se fueron a dormir, no sin antes insistir en que no debía quedarme sola en la sala de estar.

Yo les  aseguré que pronto iría a mi habitación también, y luego encendí nuevamente la computadora.

Entré a la pagina que EstúpidoAcosador había creado y volví a mirar la imagen en la que yo primero me besaba con Elias, y luego con Tanner.

Golpeé frustrada el escritorio. El comentario ya no estaba. ¿Por qué lo había borrado? ¿De quién era?

Comenzaba a sospechar que alguien estaba ayudando a EstúpidoAcosador. Porque a pesar de que esta persona podía ser muy inteligente, no era Dios. No había forma de que pudiera estar hablando conmigo y a la vez metiéndose en mí casa para apagar las luces y encender la alarma. No había manera de que él pudiera hacer todo eso solo. Debía haber alguien más, pero, ¿Quien?

Me fui a dormir con miles de preguntas en mi cabeza. Y aunque el sueño tardo en llegar, luego de unas horas por fin me dormí.

A la mañana siguiente me sorprendí al notar que por primera vez en días, mis padres no me habían despertado. Qué raro.

Bajé y los encontré viendo un programa que parecía ser de comedia.

—Hola, cariño. —Saludó mi madre, quien se levanto del sofá y comenzó a caminar hacia mí. Cuando llegó, me abrazó.

No se lo devolví porque estaba sorprendida. Anoche, estaba toda indiferente y enfadada conmigo, y hoy sonreía y me abrazaba.

Rodé los ojos. Madres. ¿Acaso alguien lograba entenderlas?

—¿Qué sucede? — Pregunté aun mirándola extrañada.

—No sucede nada. — Contestó ella. — Que, ¿una madre no puede ser cariñosa con su hija? — Preguntó cuando seguí mirándola con la misma expresión

—Si puedes. Pero has estado desconfiando de mi, prohibiéndome hablar con mi compañero, y  tratándome mal.

—Yo te pido disculpas por eso, cariño. Es solo que... Has estado tan rara últimamente que ya no se qué pensar. De verdad lo siento, Marie.

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