Capítulo 7: "Ahogados"

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El agua filtrándose por la gran ventana que daba al mar, a todos no les quedó otra que subir a la superficie.

-¡Oigan, mocosos! ¡Que bien que estén con vida! -dijo el fotógrafo burlón, al ver a los niños salir a la superficie, mientras que Kogoro ayudaba al escritor y Shiratori a Megure que se le abrió la herida.

-¿Cuándo dejara de decirnos mocosos? -pensaron molestos los niños, viendo salir a todos... o casi todos.

-Conan... ¿y Ran? -dijo Ai, mirando a todos lados desesperada.

-¡¿Qué?! -habló el niño, tomando una botella que pasaba cerca entrando al agua, nadando hasta encontrar a Ran sepultada por el auto rojo a la moda del lugar.

Conan se acercó rápidamente a ella dándole aire por la botella que antes agarró. Se quitó el saco, tratando de quitarse los tirantes para darse cuenta que su pie se atoró entre una rueda del auto.

-¡¡Mierda!! -pensó el niño desesperado tratando de safarse, pero le era imposible por la desesperación.

Haibara lo tomó de las mejillas, y lo besó, traspasando algo de aire, y calmarlo de paso, aunque perdió gran cantidad de aire ayudó a su novio a levantar el auto con ayuda de los tirantes, justo en ese momento llegó Kogoro ayudando a Ran a subir a la superficie. Los dos pequeños subieron también tomados de las manos, estaban por llegar, cuando Conan sintió a Ai soltarlo.

Este volteó asustado, encontrando a la científica hundiéndose soltando burbujas por su boca. Ran que casi llegaba a la superficie se desesperó al salir del agua, pero al tratar de volver a abajo su padre la mantenía firme en entre sus brazos.

Shinichi desesperado la tomó del brazo y la besó, si era necesario le daría todo el oxígeno que le quedaba en sus pulmones, al sentir que fue correspondido, empezó a nadar hacia arriba, hasta llegar a la superficie sin apartar el beso. Duraron unos segundos más antes de separarse buscando el aire que se les acaba en los pulmones.

Se miraron fijamente, con las mejillas rojas y respiración agitada cerca el uno al otro.

-¡Vaya! Pero, estos mocosos si saben besar. -habló burlón el fotógrafo.

Haibara lo alejó, por lo menos lo suficiente para un espacio prudente sin separarse del todo, después de todo su mente se mantenía difusa.

-¡Por favor, no diga eso! -los defendió Ran. -Ellos me ayudaron y casi se ahogan, ambos... -murmuró triste aún débil debido a la falta de oxígeno de su cerebro al haber estado mucho tiempo bajo el auto.

-¡Ohh! ¡Miren ahí! -exclamó el Sommelier, apuntando algo en el agua. Allí se encontraban las cartas de picas del 6 al 2.

-¡Maldición! ¡¿Está planeando asesinarlos a todos de una vez?! ¡Al diablo con eso! -dijo el fotógrafo molestó.

-Pero, si seguimos así, probablemente sí sucederá. ¡No hay ninguna salida! -le siguió Peter, presentador de televisión.

-¡Yo conozco una salida! -informó Conan.

-¡¿Qué?! -preguntó Kogoro.

-¡Ya saben, la ventana que ha explotado! -volvió a informar el niño.

-¡Claro! ¡Podemos salir al mar a través de ella! -recalcó Mouri.

-¡N-No, imposible! ¡Yo no puedo! -renegó el escritor.

-¡Deja de ser cobarde! ¡Yo te llevaré! -habló molestó Shishido.

-¡Entonces yo los llevaré, niños! -agregó el conductor de televisión.

-¡Estaremos bien! Si intentamos llevarla muchos sería contraproducente. -habló seriamente Shinichi, aún con los brazos alrededor de la niña.

-Entonces mejor la llevo yo, ¿no? -preguntó Peter, el presentador.

-Claro que sería mejor, pero... -dijo el niño serio pasando la mirada del hombre a su novia. -Dudo que quiera ir con usted. -ella que hasta ahora mantenía una distancia prudente se acercó aún más a Conan.

-Estoy segura que estará bien. -intervino Ran, sonriendo, sintiéndose mucho mejor.

-De todos modos Ran, agárrate de mí. -dijo protector su padre, esta solo asintió siendo agarrada por su padre y hundirse, no sin antes tomar aire.

Y así uno tras otro fue dando una gran respiración antes de entrar al agua.

-Shinichi... -murmuró débil Ai, al solo quedar ellos solos. -Las cartas.

-Sí. -el chico tomó las cartas sin soltar a la rubia-fresa y las guardó. -¡Estarás bien!

-Sí... confío en ti. -murmuró entrelazando sus dedos con los de él y nadar hacia la salida, el recorrido era más largo de lo que esperaban pero pudieron salir sanos y salvo, bueno no todos.

La decimocuarta víctima Onde histórias criam vida. Descubra agora