༻Capítulo 17༺

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Pero yo quería saber de él.

Mamá selló sus labios cada que yo le preguntaba sobre cómo solía ser mi padre o si me parecía a él. Decía que eran temas sin relevancia y que yo era su hija, que cada rasgo de su físico y personalidad lo había heredado de ella, aunque yo supe que no me hablaba con la verdad.

Lo único que pude obtener de mamá fue su nombre y ni siquiera lo mencionó como tal, fue porque yo me escabullí en su habitación y busqué en su ropero hasta encontrar un sobre roto con una caligrafía muy distinguida.

Mikael von Ferrara.

El nombre completo de mi padre.

El nombre que me permitió estudiar dentro del hospital.

Cuando Elysia dijo que yo podía dedicar parte de mi tiempo a la medicina, aparecí en el pueblo sin idea del qué hacer. Me presenté como una estudiante, pero estuvieron a punto de cerrarme la puerta en la cara porque creyeron que era una farsante al no decirles quién era y, por un atisbo de astucia, mencioné al apellido de mi padre.

No sé a qué se dedicará, si él también fue un médico o un enfermero, pero al decir que yo era Diana Ferrara me permitieron ingresar al hospital. Varios hicieron preguntas sobre él y aunque yo tenía más dudas que respuestas, fingí conocerlo y alegué que desde hace mucho no lo veía.

Lo único que llegué a saber, fue que nadie estaba al tanto de que tenía una hija.

Y eso fue suficiente para admitir que mi propio padre no quería conocerme a mí.

Suspiro tras terminar de leer al libro que sostengo entre mi regazo. De reojo, observo al resto de enciclopedias que esperan ser estudiadas por mí y yo me pregunto cuando es que podré salir al pueblo otra vez.

Desde que mi abuelo anunció lo de la propuesta de matrimonio, yo he estado con la mente en blanco y Elysia no me ha permitido salir bajo la excusa de que tengo que estar preparada para la llegada de Aarón. ¿Hay alguna manera de negarme? Si escapara, pero no es sencillo si tomo en cuenta que han duplicado al número de guardias que patrullan.

Podría pedirle a Noah que me ayudase, pero si Elysia descubre que no estoy en mi habitación o vagando por el palacio entonces recibiré otra golpiza con una varilla que dejará más cicatrices en mis piernas.

—¿Tú aquí de nuevo? Búscate un nuevo escondite. —Levanto la cabeza al escuchar la voz de Howlite, el hermano menor de Elowyn.

Parece que vino a la biblioteca con la intención de escaparse de sus deberes. A él no le agrada la historia o la ciencia, prefiere salir a la ciudad y disfrutar de los banales placeres que su posición le otorga.

A diferencia de otros Dorados, Howlite no asiste a la academia Ceres y no parece importarle el hecho de que carece de una formación militar.

—Buenos días, Howl. ¿Cómo te encuentras? —saludo e ignoro a su mueca de desagrado.

Decide sentarse en el alfeizar de la ventana y recarga bien la cabeza contra el marco de madera antes de observar a los jardines del palacio. Al igual que otros días, las nubes grises del cielo apenas si permiten un rayo de calor.

—Estaba mucho mejor antes de verte —responde con total honestidad.

Cuando quiere es alguien amable, pero a pesar de su comportamiento grosero sigue tratándome con más decencia que Elysia y Jago.

—¿Una mala noche? —pregunto para que la conversación siga a flote.

Howlite deja de ver al exterior y su entrecejo se arruga en disgusto. Su expresión me dice que lo he ofendido, aunque no tengo ni la mínima idea del por qué.

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