༻Capítulo 0༺

99.7K 5.3K 3.7K
                                    


Rất tiếc! Hình ảnh này không tuân theo hướng dẫn nội dung. Để tiếp tục đăng tải, vui lòng xóa hoặc tải lên một hình ảnh khác.


Secretos.

Estrellas.

La primer grieta del caos.


El firmamento fue el primero en advertir de la desgracia y el desconcierto de la niña.

Tardó en reconocer al lugar donde se encontraba, varias sombras danzaron frente a sus ojos mientras sus párpados se abrían con lentitud. Un espectáculo macabro de tinieblas le dio la bienvenida; las máscaras pálidas, con labios que fingían reír o llorar, mostraron a múltiples orbes avariciosos y de nuevo su piel sangraba, a través de heridas frescas y antiguas cicatrices, a causa de los pares de manos que decían adorar a su cuerpo.

La niña era el festín, una flor que emergía cada que el cielo se mostraba mezquino y elegía celar a cada astro perteneciente del cosmos. Durante tres días los astrólogos no lograron encontrar al futuro en las estrellas, pues desaparecieron como si jamás se hubiesen sometido al anochecer.

Entonces, durante tres días, la flor fue despedazada.

Arrancaron sus pétalos antes de demacrar a su raíz. Hicieron de ella una víctima irreconocible, cuyos huesos fueron quebrados al cortar el tallo de tan extravagante planta.

La niña agonizó en gritos y en silencio también, mientras se preguntaba si esa sangre púrpura era lo que volvía eufóricos a quienes rodeaban su pequeña jaula. Mientras herían a su rostro y lo impregnaban del rastro de sus propios pecados, le decían que ella era muy especial, que en ningún millón de años habría alguien tan amada.

Y se preguntó si el amor constaba de dolor y suplicio, porque solían limpiar a sus lágrimas tras rajar a la piel de sus muñecas.

Y también se preguntó si era su sangre borgoña lo que la hacía tan especial, porque mientras sus hemorragias solían ser del mismo tono que el de un viñedo listo para ser cosechado, los demás poseían un carmín, cálido y denso, que sólo podía compararse con el enmarañado cabello de la niña.

Ella sollozó al recordar el hedor de la muerte, de su propia muerte, y los grilletes en sus tobillos tintinearon al igual que los que aprisionaban a sus muñecas.

Entonces los fantasmas de aquella jaula desaparecieron y la niña alzó la mirada en dirección a la única ventana que le aportaba vida a la celda de piedra.

Las estrellas centellearon ante sus ojos. Cada constelación se encontraba atenta al mundo terrenal y las dos lunas bañaron de plata al mar y al océano.

El cosmos aún resplandecía, lo cual era...imposible.

La niña palpó a su propio cuerpo, en busca de una gran herida o de las cicatrices provocadas por las navajas que abrieron a su piel. Tocó a sus piernas para sentir a los huesos sanos, a su torso para acariciar a cada una de sus costillas y a su pecho también, para asegurarse de que nadie le había arrancado el corazón.

SiderealNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ