༻Capítulo 16༺

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✨ | OCÉANO INDOMABLE |✨

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JADEN

La helada lluvia se encargó de limpiar las gotas de sangre que habían salpicado mi rostro.

A mis espaldas, cuerpos de distintos hombres yacían regados por toda la cubierta; destazados en partes y con la mirada perdida. Mis ropas se encontraban empapadas, gracias a las olas que chocaban contra el buque, e impregnadas de difusas manchas carmín. El viento aullaba, meciendo la embarcación a través del inmenso océano, y sacudía mi cabello.

Otro disparo, un nuevo relámpago que atravesaba las nubes de la tormenta e iluminaba el sombrío paisaje durante breves segundos.

Seguro que, para ese punto, el hombre frente a mí ya había reconocido la chispa de silencioso hastío que inundaba mis ojos. Mi expresión era siniestra, justo como la de un depredador; mantenía mis labios fruncidos en una fina línea y mi mirada destilaba un profundo odio.

—¿Dónde se encuentra el cargamento? —pregunté al tiempo que inclinaba mi cuerpo hacia adelante para colocar la navaja sobre el cuello del contrario—. Si respondes con la verdad, prometo que no morirás de manera horrible.

Vi cómo retrocedía con lentitud, las palmas de sus manos terminaban por impregnarse de la espesa sangre de algún cadáver y, pálido a causa del miedo, soltaba un jadeo acompañado de un deplorable chillido.

—¡No hay nada de valor aquí! —afirmaba con voz temblorosa, teniendo la fuerza suficiente como para reincorporarse del suelo y aferrarse a mis pies—. ¡Por favor, yo...!

—¡Emperador!

Giré la cabeza con desinterés al escuchar a uno de mis hombres, quienes se encontraban custodiando a un pobre diablo que no debía de pasar de los quince años. Por lo mojado de sus ropas, se podía apreciar perfectamente la delgadez de sus músculos.

—¿Em...emperador? —farfullaba el que estaba arrodillado delante de mí, dejándome marchar a causa de la impresión—. ¿Có-cómo es que usted...? ¿Un Escarlata...?

Ignoré su inútil balbucear, encaminándome en dirección a los saqueadores que trabajaban para mí. El barco se mecía de manera lenta, las olas amenazaban con hundirlo y, en el cielo, otro relámpago iluminó de nuevo mi rostro.

—El tipo asegura que en el sollado se encuentra el cargamento. Según él, afirma que los barriles no contienen aceite de tiburón blanco, sino las verdaderas importaciones.

Observé al muchacho, quien trataba de esconder el temblor en sus dedos para disimular su miedo y el frío que congelaba su cuerpo.

—Acabarás muerto de cualquier forma, ¿por qué debería creerte? —cuestioné y mi anillo de piedra constelación volvió a transformarse en mi navaja favorita.

SiderealWhere stories live. Discover now