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✨ | LLUVIA CÁLIDA |✨
CRYSTAL
Un día mi madre me dijo que cualquier aflicción puede ser superada a través de una simple sonrisa. Y mientras confesaba tal secreto, de sus ojos brotaron lágrimas de amargura.
Mamá solía llorar demasiado y cada que yo la descubría, en la soledad de su alcoba, abrazaba a mi cuerpo con cada gramo de sus fuerzas. Ella no hablaba acerca de las penas que la aquejaban, sólo oía sus sollozos y a los leves quejidos que llevaban consigo palabras que yo no comprendía del todo.
Y yo le respondía que me quedaría con ella hasta que su corazón volviera a palpitar en alegría.
Mi madre era la más hermosa del mundo.
Mi querida y dulce mamá.
Recuerdo que su largo cabello castaño resplandecía a la luz del sol y ondeaba cada que la brisa soplaba. Tenía los ojos cafés como el tronco de un fresco roble, sus rasgos faciales eran bellos al igual que el ocaso y su piel nívea solía ser suave y delicada.
Ella era la viva imagen de un hada de la fortuna, agraciada como ninguna otra. Y yo estaba orgullosa de ser su hija.
Y sé que mi madre era perfecta... pero creo que por eso sufrió tanto mientras aún seguía con vida.
Mamá solía estar de mal humor la mayoría del tiempo, lo sé porque escuchaba la manera en que le gritaba a los sirvientes y a los nobles que venían a verla. Aunque mamá nunca hizo eso conmigo, pese a que yo solía ser bastante inquieta.
En realidad, ella fue la persona más buena que yo llegué a conocer.
Cada que amanecía, yo corría a su oficina y ella me alzaba entre sus brazos para besar mis mejillas. No se cansaba de repetir que me amaba, que yo era el tesoro más preciado de todo el reino y solía decir que, mientras ella era la lluvia que acompañaba al sol, yo era la primera estrella del atardecer.
Y, como a mí no me gustaba verla llorar o escucharla gritar, siempre trataba de estar a su lado para que sonriera. Conmigo, jamás estuvo triste.
Recuerdo que mamá una vez enfermó de gravedad y tuvieron que apartarme de ella para que no me contagiara. Mi niñera fue la que cuidó de mí durante esa temporada y solía escuchar los sollozos provenientes de la recámara de mi madre, por mera curiosidad pregunté el por qué mamá lloraba tanto y la respuesta que obtuve provocó que los ojos también se me llenaran de lágrimas.
El humor tan decaído de mamá siempre fue a causa de mi padre.
Yo nunca lo conocí y cada que a mamá le interrogaban quién era mi progenitor, ella se limitaba a decir que era un hombre del que ya se había olvidado. A mí me decía que fue alguien obstinado y del cual no valía la pena ni mencionar.
